Con todo este tremendo follón de acontecimientos,frio, viento, cansancio, oleaje, nieve, niebla, incertidumbre, ropa mojada etc....... me sorprende, me maravilla que esos dos piraguistas tuvieran humor y ganas para escribir relatando sus peripecias.
Como he dicho antes,creo que conociendo las tremendas rachas de viento que de repente se pueden presentar en el mar, no es extraño que el piraguista accidentado fuera sorprendido por una racha de viento, que le golpeara haciéndole caer al agua y por las razones que fueran quedara alejado de la piragua y sucumbiera por el frio, cansancio y quedando inconsciente, muriera ahogado.
Los que hemos tenidos percances en el mar (no con una piragua) sabemos que: de salir vivo de milagro a morir hay muy poca distancia. Cuando las circunstancias malas se acumulan y tratando de enmendarlas se complican cada vez más, nos damos cuenta que ya no dependemos de nosotros mismos para salvar el percance. Unas veces, de repente se aclara la situación y otras, lamentablemente, se complica todo y ya no se puede seguir vivo, ni por supuesto contar. Muchas veces, nuestra vida en peligro no pasa el umbral de la catástrofe por pura casualidad y eso lo pueden explicar quienes hayan pasado situaciones extremas.
¡Qué triste morir así, solo, deprimido, aterrorizado, angustiado, pensando en la familia, maldiciendo la piragua, el mar y la mala cabeza de haberse metido en esos problemas! Eso es más o menos lo que piensan todos los que se ven en peligro de muerte, maltratados por el mar, entre ellos puedo decir que yo también he experimentado esa triste y aterradora situación y estado de animo.(Repito, no en una piragua).