Buff, menudo susto.
Gaspar estuvo por VIgo y su espíritu juguetón hizo que algunos buzos profesionales pidieran su alejamiento para evitar accidentes.
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Los especialistas mantienen la teoría de que se trata de un delfín adiestrado, quizá por militares. "Ciertos comportamientos así lo indican y hemos tenido contactos con centros de investigación de la otra orilla del Atlántico desde los primeros meses", añade Rodríguez Folgar, quien reconoce que al menos de momento no está confirmada esa hipótesis. Son entrenados para proteger e incluso hacer diana en los buzos intrusos, pero una vez liberados no hay peligro. La cordialidad de Gaspar, añade, es la mejor prueba de ello.
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A.MÉNDEZ / VIGO Los buzos profesionales que trabajan para los astilleros del Puerto de Vigo exigen a la Consellería de Medio Ambiente que adopte medidas urgentes con el delfín Gaspar para garantizar su seguridad mientras se encuentran sumergidos. El pasado viernes, el cetáceo arrastró varios metros bajo el agua y a una profundidad de casi seis metros a un buceador que realizaba trabajos de soldadura para la empresa Barreras y empujó a otro compañero con gran fuerza con el hocico. El equipo no sufrió daños personales pero se niega a regresar al agua mientras no se garantice su integridad física.
"No son ataques, sólo intenta interactuar, pero su fuerza es imprevisible y sus empujones equivalen a uno nuestro multiplicado por 50". Así lo advierte el director técnico del Grupo de Rescate y Estudio de los Mamíferos Marinos (Gremmar), Antonio Rodríguez, quien lamenta que "después de nueve meses la Xunta siga sin hacer nada al respecto".
Muchos "sustos"
El incidente del viernes fue tan sólo el "último susto" de una larga lista de encuentros fortuitos de los buceadores con el cetáceo en la ría viguesa. El jefe del equipo de Consamar, Antonio Clavero, explicaba ayer que sus empleados "se niegan a sumergirse de nuevo hasta que tengan la seguridad de que la zona está limpia y segura".
El responsable de la empresa ha dado vacaciones forzosas a sus empleados esta semana en espera de que la Administración autonómica se decida a intervenir en el caso, pero ya advierte de que no son los únicos afectados. Se habían encontrado al conocido delfín mientras realizaban otro trabajo para Vulcano hace meses, pero añade Clavero que otras empresas "están pasando por lo mismo".
Y tampoco se libran los buceadores que marisquean en zonas más abiertas de la ría, o las personas que faenan en superficie, a quienes ha llegado a romper las redes y otros utensilios en zonas de O Morrazo y Pontevedra.
Son muchos los incidentes protagonizados por el cetáceo con distintos colectivos profesionales que trabajan en aguas de la ría, pero desde Gremmar advierten que "especial riesgo corren los buceadores profesionales, que trabajan en aguas del Puerto, con poca visibilidad y entre estructuras metálicas", donde cualquier movimiento brusco o imprevisto puede ponerlos en riesgo.
"Tira de las aletas a los buzos, asedia las embarcaciones e incluso puede llegar a tirar de la manguera del aire", señala Antonio Rodríguez, consciente del riesgo que eso supondría para los trabajadores que están a gran profundidad y no pueden ascender a superficie demasiado rápido para no sufrir daños.
El barco de Gremmar y todo el equipo llevan siguiendo la pista a Gaspar desde diciembre. Ayer mismo los sorprendía en Cangas y después el delfín se decidía a seguir a los buques del transporte de ría como ha venido haciendo toda la última semana. A nivel turístico es un divertimento para los visitantes, pero Clavero denuncia que "impide nuestro trabajo" y exige a la Xunta que actúe.
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Gaspar, el golfiño viajero
Este peculiar delfín se pasea estos días por la Ría de Vigo tras "visitar" Asturias y la Bretaña.
AMAIA MAULEÓN / VIGO Le bautizaron Gaspar porque, la primera vez que los biólogos de CEMMA (Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños) lo avistaron en Galicia fue el pasado 5 de enero, en Ribeira. Con ese nombre de rey mago, este delfín no podía menos que tener un poco de magia.
Lo más curioso del ejemplar es su costumbre de "viajar en soledad", algo muy poco habitual entre los arroaces, "que suelen desplazarse en grupo", explica el biólogo Alfredo López. Gaspar prefiere la soledad y, durante cerca de un año, han podido verle en aguas de la Bretaña francesa, de Asturias y de Galicia, donde ya conoce a la perfección tanto las rías altas como las bajas.
Viaja solo, pero cuando cae la tarde, el delfín busca descanso en los puertos, sin mostrar ningún temor hacia los marineros y los curiosos que le observan. "Algunos creen que está enfermo porque cuando se coloca entre los barcos se mueve poco, pero no pasa nada, simplemente está descansando, a sabiendas de que raramente otros arroaces le molestarán en esta zona", explica el biólogo.
Es tranquilo y muy sociable, pero tanta familiaridad ha provocado que algunas personas se hayan bañado cerca de él y hayan tratado, incluso, de tocarlo. El biólogo advierte de que se evite este contacto físico ya que "no es bueno para el animal ni para la persona". Los expertos recuerdan que, al fin y al cabo, "es un animal salvaje, que pesa unos 400 kilos y mide casi tres metros y medio. Puede ser peligroso e, incluso, transmitir alguna enfermedad", dice Alfredo.
Por ello, hay que conformarse con observar su belleza desde una prudencial distancia y disfrutar de su evolución mientras decida quedarse en la zona. Ayer eligió el puerto de Vigo y muchas personas pudieron "saludarle". Mañana, quién sabe dónde estará Gaspar.