Conocí a Melchor y Baltasar en el mar Rojo, tuve la oportunidad de bucear (con botellas incluidas) de la mano de una estupenda guía que me hizo ver y acariciar unos delfines. Puedo entender el pánico que sentías. A mi el corazón se me salía. Ver aquellos defines alrededor tuyo dando vueltas, subiendo y bajando, no es muy agradable hasta que sales,te quitas la mascara y lo puedes contar.
El lugar que os explico era un lugar protegido donde los delfines podían entrar y salir al mar abierto. Según ellos lo hacían constantemente. Tuve suerte en mi inmersión porque ese día por la llamada de mi guía los pude ver y tocar. Fue una experiencia inolvidable, que no me gustaría repetir.
Pienso que Gaspar posiblemente se despisto y no volvió más con sus compañeros,
Que los Reyes Magos os traigan muchos regalos, yo por si acaso este año pondre el zapato a la orilla del mar,
saludos, carme