No me hables de pesca hoy, Josu. Salimos a las 6:30, incipiente luz del alba, mar plato, lluvia indecisa y viento ausente.
Era la ocasión perfecta para comprobar la reparación del cableado de la sonda. Acompañado de JJCaparros, aun desconocíamos la aventura que ibamos a vivir y a sufrir...
El pronóstico era de F7 a las 12:00, pero mientras el viento nos dejara estaríamos en el agua.
Probamos cerca de casa, a escasos mil metros de la orilla. Ante la ausencia de picadas nos movimos a otra marca, cerca del acantilado, pero la búsqueda del pez nos llevó a aventurarnos hasta la primera marca conocida de garantías situada a un total de 2 km de la playa.
Una vez fondeados tres picadas de las buenas acabaron por partir en las mismas ocasiones el bajo de fluorocarbono, estaba pescando muy fino, con un 0,20.
La cuestión es que unos 40 minutos después siento como mi kayak se eleva sin cesar, una ola de unos tres metros me coloca muy por encima de mi compañero. Con el corazón en un puño nos volvemos para ver un tren de olas que oscilaban entre los 3 y los 5 metros.
La recogida del fondeo y de todo el material de pesca se nos hizo eterna, dando tiempo suficiente para que el viento nos alcance irremediablemente...
Un regreso hasta el acantilado, con un dolor de cuello de los buenos de tanto vigilar las olas que nos zarandeaban de lo lindo, empujado por el viento y el tremendo mar de fondo que precedía al temporal...
Llegados al acantilado asistimos a lo que no queríamos ver, una primera barrera de olas que rompen con fuerza sobre la doble rompiente que el último temporal de levante a dejado a unos 300 metros de la playa, donde nos esperan otros compañeros y un buen amigo pescasub que no se ha despojado de su traje de neopreno, sabedor de que la llegada a la playa será muy complicada.
Con el temporal de sudoeste a nuestras espaldas, JJCaparros no me da tiempo para asegurar las cañas, desmontar los carretes, etc., y me dice "no espero más, allá voy y que sea lo que dios quiera". Ante esta respuesta desisto de la idea y me lanzo tras él, al mismo tiempo que le aviso de la tremenda ola que amenaza a su espalda, un giro bien hecho, clavando con fuerza la pala en el agua encabrita su montura y salta por encima de la cresta de la ola para paso seguido acelerar con fuerza a ritmo de sus paladas cruzando de través la rompiente. ¡Olé! por su coraje y su valentía... Me desplazo algo a la izquierda buscando el refugio de la pared del acantilado y consigo también sortear la rompiente, pero aún nos queda el tren de fuertes olas que se dirigen hacia la playa. Nos lanzamos con sendas olas, surfeándolas como podemos, aguantamos los primeros cien metros, pero a tan solo unos 30 metros de la orilla, sin fuerzas para sostener la pala que actúa de timón en el agua, volcamos uno tras otro. La rápida actuación de los que nos esperaban en la playa resulta ser una ayuda sin precio. Nadie resulta herido, no hemos perdido nada del equipamiento, tan solo un fuerte remojón y un gran susto que por suerte acabó siendo una anécdota más que nos servirá de experiencia en el futuro.
Después me pasé toda la tarde estudiando el increíble oleaje en el que por momentos veía a nuestros kayaks entre cresta y cresta...
Un saludo
Arturo "Caballa"