Para afirmar con certeza que esos lapones del sur de Noruega eran los
finn que visitaron las Orcadas y Shetland en el siglo XVII habría que encontrar alguna prueba de que los lapones de Noruega hacían uso del kayak en esa época. Tal evidencia está por aparecer. Se sabe que en sus ancestrales migraciones los lapones pudieron haber utilizado embarcaciones similares a lo que hoy entendemos por un kayak, pero no hay pruebas tangibles de que hayan hecho uso de tales embarcaciones en épocas más recientes. Y lo que es peor, la posibilidad de probar este uso reciente del kayak es compleja debido a la indudable presencia de kayaks transatlánticos en los museos e iglesias de Europa. Olaus Magnus, obispo de Uppsala en Suecia, nos cuenta, ya en 1505, que vio dos de las pequeñas embarcaciones de piel de los piratas groenlandeses colgados en la catedral de Asloe. Habían sido capturadas por el rey Haco, cuyos barcos de guerra habían intentado hundir los correspondientes kayakistas. Según Olaus, esos
“piratas” tenían la facultad de meterse bajo los barcos y perforarles agujeros en el fondo para hundirlos(*). “
De este modo,” dice Olaus, “los groenlandeses de los kayaks, o piratas, obtienen gran botín de navíos mercantes.”
En mi opinión personal, la de quien escribe estas líneas, no es de extrañar la fascinación que a lo largo de toda la historia esta pequeña embarcación, el kayak, ha ejercido sobre los occidentales. Nosotros, los kayakistas modernos, deberíamos entender esa fascinación mejor que nadie. Tan marinera como la que más, vinculada como ninguna a su único tripulante que, si era un esquimal experto, con su reperptorio de técnicas y esquimotajes encadenados bien podía impresionar las mentes temerosas y supersticiosas de una época que podríamos calificar de oscura, en la que la barrera entre la realidad y el mito apenas si era perceptible. Esa variedad de técnicas o la capaciad de encadenar esqimotajes fueron tal vez interpretadas como una capacidad de navegar bajo el agua. La misma cita de Olaus Magnus se mecniona en un artículo de American Heritage a propósito de los precursores del
submarino moderno http://www.americanheritage.com/articles/magazine/ah/1961/2/1961_2_34.shtml. Macritchie también habla de una posible confusión entre kayak y narval para justificar ese uso del kayak como subamarino, amparándose en la capacidad que tendría el narval para hendir su largo colmillo en la madera de los barcos. Otros autores mucho más modernos, como John MacAulay, menciona la posibilidad de que los finnmen llenaran el kayak de agua para que este navegase semisumergido. Esta idea necesitaría el respaldo de alguna técnica o dispositivo para el posterior vaciado del kayak, pero todo esto quizá lo podamos ver en un próximo post, ahora sigamos con la historia que nos ocupa.
La de Olaus no es la única acusación de piratería que se vierte sobre el kayak en esa época. Se pueden citar al menos otras dos fuentes escandinavas, una de 1532 y otra de 1551 que hacen acusaciones similares, cargando de frecuente y exitosa piratería a los hombres de los kayaks de Groenlandia.
El siguiente ejemplo de un kayak conservado como trofeo en una iglesia europea nos lo da de nuevo el Dr. Nansen (el de las puntas de arpón, para no perder el hilo). Se trata del año 1430, el cronista: un danés llamado Claudius Clauson, o Clavus que nos cuenta que al oeste de los “
salvajes lapones” “
viven pequeños pigmeos, un codo de altos, a quienes he visto tras haber sido capturados en el mar en un pequeño bote de piel que está ahora (sobre 1430) colgado en la catedral de Nidaros (Trondhjem). Hay también un gran navío de pieles que también fue capturado con tales pigmeos en él.”
El mismo Dr. Nansen cita a Michael Beheim, que viajó a Noruega en 1450. “
Allí él vio u oyó hablar de un pueblo llamado los 'skraelings', que solo miden tres palmos de alto pero son sin embargo peligrosos oponentes tanto en el mar como en tierra. Viven en cuevas excavadas en las montañas, hacen barcos de pieles, comen carne y pescados crudos y beben sangre con ello.” Algunos años más tarde, en 1520, El arzobispo Erik Walkendorf hace una descripción de los '
skraelinger' que viven en el extremo noroeste de Finnmark (norte de Noruega) prácticamente idéntica a la anterior con la salvedad de la estatura, que el arzobispo reduce a “
codo y medio” y de que según él se trata de gente pacífica.
Montones de citas y alusiones que nos llevan de aquí para allá siguiendo la pista a estas enigmáticas y versátiles embarcaciones. Los que en su lectura hayan tenido la paciencia de leer hasta aquí entienden muy bien lo que significa sucumbir a sus encantos. Pero la pregunta clave, la que da origen a todo este ladrillo, sigue en pie tan arrogante como antes de empezar la discusión
¿Pertenecían estas gentes a Groenlandia o a Europa?Aquí MacRitchie cambia de estrategia y mira hacia el otro lado, hacia Groenlandia de nuevo. O puede que ya lo tuviese planeado (el cambio de estrategia); recordemos el asunto de las puntas de arpón.
Para los daneses del siglo XVII el término Groenlandia incluía las islas Jan Mayen y Spitsbergeng, se extendía todavía más al este hasta Nova Zembla y se creía incluso que estaba unida a Siberia. Volvamos sobre aquella expedición comercial danesa en la que Martiniere, el médico francés, mencionaba el kayak doble. Cuando el mismo Martiniere describe la importante estación ballenera de la isla de Spitsberg no utiliza para nada tal nombre, Spitsberg. Se refiere al lugar simplemente como Groenlandia y así era como toda la tripulación denominaba a esa costa. No es por tanto improbable que estos nativos de la región de Vaigach que usaban kayaks, algunos de los cuales fueron llevados a Copenhage por esa misma expedición, fueran catalogados como groenlandeses en un sentido muy amplio.
Esta amplia aceptación del término “Groenlandia” puede explicar algunas de las referencias a los “
piratas groenlandeses,” pero queda por aclarar el escenario de los hechos. Todos los actos de piratería relatados, los que atacaron las naves de guerra del rey Haco y los que asaltaron los barcos mercantes, ¿se desarrollaron todos al otro lado del atlántico, frente a las costas del cabo Farewell? De nuevo la tradición puede aportar datos, en este caso las tradiciones de Shetland sobre los finns los acusan de perseguir a los barcos en el mar para exigir y obtener dinero de los pescadores.
Las instrucciones de Sebastian Cabot,
Governor of the Merchant Adventurers of England, dió en 1553 a una expedición inglesa a las costas del norte de Europa y Siberia pueden ser de utilidad en este punto. En la ordenanza número 31 Cabot advierte “
item, hay gente que puede nadar en el mar, abrigos y ríos, desnudos, llevando arcos y lanzas, codiciando acercarse a vuestros barcos, que si encontraran no bien vigilados o guardados, los asaltarán, deseosos de los cuerpos de los hombres, que codician por su carne: si le hacéis frente se zambullirán y huirán, y por tanto se deberá mantener diligente guardia día y noche en lagunas islas.” Es evidente que Cabot exageraba. Su advertencia rayaba la paranoia, pero advertía a la tripulación de un peligro real. Sin duda hablaba de oídas, de lo que pudiera saber de expediciones anteriores, pero sus advertencias están en la línea de lo que nos contaba Olaus Magnus sobre los groenlandeses sumergiéndose con sus kayaks para hundir los barcos. Olaus y Cabot eran contemporáneos y ambos hablan de gente real. Cabot coloca a esa gente en algunas islas entre Inglaterra y los estrechos de Vaigach, en algunos lugares de la costa del noroeste o del norte de Europa.
Pero volvamos a esa palabrita con la que algunos cronistas se refirieron, en el siglo XV, a los pueblos del noroeste de Noruega: los '
skraelings' que hacían uso de embarcaciones de piel y vivían en cuevas. Resulta que los noruegos aplicaron el mismo término, '
skraeling', a los esquimales que encontraron en Norte América en el siglo XI. Otras veces se referían a ellos como
“lapones” y otras como
“trolls.” No hay evidencia de que esos esquimales representasen para los noruegos un tipo de hombre previamente desconocido.
La conclusión general que obtiene MacRitchie de todas estas citas y referencias es básicamente la misma que la descrita por Buffon en el siglo XVIII: que la población del ártico fue en cierto momento “
casi igual”. Un etnólogo más moderno, Charles H. Chambers se expresó en términos muy similares en 1864: “
Creo que la raza que habitó las costas del norte de Europa era semejante a los lapones, Fins, y esquimales, y los Pickts o Petchs de Escocia, y que ha dado lugar a muchas historias de enanos, troll, y hadas existentes entre las Sagas y otros lugares.” Por desgracia Chambers no explica sus razones para llegar a esa conclusión. Como alegato final se puede añadir que en la tradición de las Orcadas los finn fueron precursores de los noruegos en esa islas “
ganadas a las gentes finn.”