Jílar: Yo también noté frío el sábado por la mañana.
Supongo que lo pasásteis bien el domingo, después de mi marcha. A pocos kilómetros de los muelles de embarque, en la cabecera del embalse, las paredes son casi verticales y el paisaje el más bonito de todo el cañón.
Mis fotos no han salido muy bien porque debía haber usado el zoom y no lo hice. Publicaré algo aquí o en el blog. Al foro aún no sé subirlas. Supongo que Jílar u otras personas me indicarán cómo hacerlo.
Ya nos hemos chimpado botella y media de vino tinto. ¡Chapeau! Está de miedo. Mencía de cosecha propia. Ya sabéis, aquellas botellas de la bolsa.
Tengo que comentar una cosa que hasta ahora era un secreto. La segunda noche que pasamos Jílar y yo en el "hotelito", dormimos en habitaciones diferentes. No discutimos ni polemizamos sobre un tema candente, no nos peleamos por un bocadillo de chorizo ni por un té calentito. Nada de eso. Simplemente competimos por ser los primeros en dormir y, claro, ganó él, y yo tuve que marcharme después de escuchar una larga sinfonía en do mayor a cargo de una orquesta de marsopas, ballenas, cachalotes, lobos marinos macho, osos pardos durmiendo en la cueva, marmotas (nunca las he sentido roncar, pero hay quien dice que se defienden muy bien), tractores viejos a diesel que ya hace más de un año que no se encienden...
¡Qué bueno, sincero y noble es Jílar! ¡Y qué buen músico!
Seguiré contando más intimidades en otro momento.