Algunas veces, cuando se recogen piraguas aprovechando una competición, la cosa no es tan segura.
El remolque abierto , que las transporta, normalmente duerme en la calle, estando al alcance de cualquier robo por profesional o por aficionado amigo de lo ajeno y la situación es comprometida para poder exigir luego ninguna responsabilidad, a quien se ha ofrecido generosamente a recogerla y transportarla.
El caso es que te quedas como el gallo de Moron : sin plumas y cacareando.