Autor Tema: El perfecto palista  (Leído 2605 veces)

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Desconectado Creba

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El perfecto palista
« : 14 junio, 2007, 15:08:15 pm »
He cometido una imprudencia, y ahora que estoy en casa, que el kayak está en su sitio y que todavía me tiembla todo el cuerpo, me siento delante de la pantalla con el propósito de relatar lo que he hecho, no sé si por mero exhibicionismo o por pensar que la exposición pública me ayudará a evitar -a recordar- lo que, sin duda, ha sido un error garrafal.

Como ya comenté en otro lugar, navegué en piragua hace años, en la ría de Muros-Noia. La embarcación que tenía entonces era de dos plazas, y su estabilidad -ahora que tengo con qué compararla- no tenía nada que envidiarle a la de un portaaviones.

Hoy ha amanecido lloviendo, con viento y mar de fondo. No obstante, mi impostergable ilusión por estrenar el barco me ha hecho subestimar las condiciones y sobreestimar mi habilidad, y, a media mañana, viendo que se abrían claros en el cielo y que dejaba de llover, me calcé los escarpines, subí la piragua al carro, abrí el portal y marché, loco de contento, hacia la playa.

He puesto muchas ilusiones en el remo, y algunas de ellas nada tienen que ver con el mar o con el deporte y sí con recuperar el contacto con el cuerpo propio, marginado tras años de vida sedentaria, con volver a sentirlo funcionando y transgredir así la frontera de una existencia recluida en la actividad cerebral, desgraciadamente limitada y, al menos en mi caso, un tanto rendida.

Llegué a la orilla y vi unos cuantos rizos blancos, unas cuantas nubes negras. ¡Bah! Empujado por una alegría casi demencial, me sentía capaz de todo y, en consecuencia, ¡bah!. Estaba claro que no iba a volver a casa con el kayak seco. Tras preparar el barco y acomodarme en la bañera, di unas cuantas paladas para alejarme de la arena (y, también, aunque no lo pensé, del último atisbo de prudencia). Me pareció que todo iba bien y seguí hacia adelante.

Hete aquí que, como la marea estaba baja, la corriente, al chocar con el inmediato fondo, levantaba unas olas que enseguida empezaron a entrar de costado. Ése fue el primer momento en que advertí que habría hecho mejor quedándome en casa jugando a las canicas, por ejemplo. Con los vaivenes llegaron los nervios y, con éstos, el agarrotamiento. Los brazos me obedecían, sí, pero como si me oyeran desde lejos, y las caderas habían cobrado vida propia y actuaban por su cuenta y riesgo. Qué fácil es perder los papeles: cuestión de segundos.

Todavía con cierto uso de razón, opté por volver a la playa, que, a fin de cuentas, sólo estaba a unas decenas de metros, a mis espaldas, pero descubrí que no era capaz de virar. El viento, del que hasta entonces había hecho caso omiso, había tomado las riendas de mi popa y, por tanto, de la dirección de la singladura. El kayak se desequilibraba cada vez que intentaba llevarlo a donde yo quería, y temía ahogarme si volcaba, no ser capaz de soltar el cubrebañeras y salir. Además, con aquel viento, ¿qué iba a hacer? ¿Soltar el kayak y volver a nado?

Tras pensarlo un poco, y es curioso que uno sea capaz de pensar en esas circunstancias, decidí que la única opción consistía en seguir hacia delante. A unos mil metros de mi posición, había una isla con una playa y un puente por el que volver con el kayak a cuestas. Conozco esa isla desde siempre y, pese a ello, se me antojó extraña e inexplicablemente lejana. Fijé la vista en la orilla y, en fin, remé como pude.

Qué mal lo pase, qué mal lo pasé, qué mal lo pasé... Nótese que recorrí un trecho que la gente, cuando hace bueno (yo incluido) salva a nado. Qué mal lo estaba pasando, imbécil de mí. Mar de fondo (me parecía enorme), viento y, para colmo, estupidez supina, la mía. Por si fuera poco, me sentía ridículo. ¿Acaso me iba a ahogar o a perder el kayak en un sitio tan poco exótico? Quien sepa adivinar de qué lugar estoy hablando, a buen seguro se estará riendo.

El caso es que, por obra y gracia de la fortuna, llegué sano y salvo a la playa de la citada isla, tras haber cruzado aguas agitadas y tenebrosas. Me bajé de la piragua torpemente, me senté en la arena y... Por motivos que no me es dado conocer, ¡volví a meterme en el kayak y remé por donde había venido! Me imagino que preferí morir con el cubrebañeras puesto a padecer la penuria y la vergüenza de volver caminando con la piragua.

Volví a encontrarme en una situación comprometida, con la salvedad de que, en esta ocasión, el viento me azotaba en perspectiva caballera, es decir, que me costaba avanzar mucho más que antes. Volqué al llegar, casí sobre la arena de la playa de la que había salido. Estaba temblando y agotado.

No voy a soltar ahora una moraleja con la que salvar la cara y aleccionar a diestro y siniestro. He sido un perfecto g*****. Eso es todo.

Desconectado riudelacana

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Re: El perfecto palista
« Respuesta #1 : 14 junio, 2007, 15:13:49 pm »
Sin comentarios.
No hagas a nadie lo que no quisieras que te hicieran

Desconectado jesus-malpica

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Re: El perfecto palista
« Respuesta #2 : 14 junio, 2007, 16:29:46 pm »
No te preocupes, todos hemos sido alguna vez unos perfectos g********.

Un saludiño

Desconectado nautae

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Re: El perfecto palista
« Respuesta #3 : 14 junio, 2007, 16:42:03 pm »
Lo importante es que nos lo cuentas. Hay mucho sobre que pensar en lo que relatas...Autovaloraciones, autocomprobaciones, objetivos e ilusiones a cumplir. El mar se lleva mal con esos objetivos, unas veces te ama y disfrutas con él, otras ... te mata y además no lo desea ni lo deja de desear... es el mar. A todos nos pasa y nos puede pasar. Gracias por contarlo tan Bien contado.. ¿vaya y tuviste las narices de volver por el mismo sitio! si te lo hubieran dicho cuando ibas no te lo creerias. Mi amigo y compañero del mar me decía refiriendose a la taberna, es mejor estar aquí y desear estar allí (por el mar) que estar allí y desear estar aquí. La diferencia el grosor de un cristal. Saludos

Desconectado Emi Charidemi (VII)

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Re: El perfecto palista
« Respuesta #4 : 14 junio, 2007, 17:58:08 pm »
Creba, una imprudencia, pero que todos creo que en una medida mas o menos intensa, hemos cometido.
Lo que si debes, aprender de esta para no repetir. A la mar, a la montaña, a cada cosa no su miedo, pero si su respeto. Un saludo.
como dijo barbanegra, con coacola el mio.

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Desconectado bantuti

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Re: El perfecto palista
« Respuesta #5 : 14 junio, 2007, 18:19:48 pm »
 :D Bueno, pues no servirá de consuelo , supongo, pienso que muchos en mayor o menor medida hemos hecho tonterías alguna vez, en mi caso fue de las de historia y coincido contigo por el "ansia de remar" pero eso ya es agua pasada, lo que si que veo importante es sacar lo positivo y aprender de esos errores, para no volver a caer otra vez en ellos, seguro que para otra vez, sopesarás mejor las condiciones meteorológicas, estado anímico, condición física y un largo etc. la prudencia no va reñida con la valentía o por lo menos eso creo yo.

Desconectado Crispín

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Re: El perfecto palista
« Respuesta #6 : 14 junio, 2007, 20:16:06 pm »
Que levante la mano quien no haya pasado alguna vez por algo parecido (                             ) no veo ninguna mano levantada, por lo que deduzco que todos tuvimos alguna vez más entusiasmo que sentido común. Y compañero Creba, yo te aseguro que por nada del mundo haría la vuelta a pie. Y no por g***** por partida doble, sino por amor propio.

Desconectado Epicuro

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Re: El perfecto palista
« Respuesta #7 : 15 junio, 2007, 00:06:44 am »
Bueno, con la práctica ya te manejarás con la pala como con la pluma... Ya es un gusto ver que alguien sabe escribir, después de tantos, especialmente los más jovencitos, que eliminaron la q, la h, y la b o v les da igual... Si buscamos una estética en la navegación, pues también se agradece en el leer.
Puede no ser nada del otro mundo lo que nos cuentas, pero en su momento, y estando solo; adrenaina, yuyu...
¿Os habéis fijado que cuando uno navega en solitario las olas SIEMPRE SON MÁS GRANDES?
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Desconectado pegasus

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Re: El perfecto palista
« Respuesta #8 : 15 junio, 2007, 10:08:50 am »
Bueno es la historia de siempre, va con los que hacemos este u otro deporte con cierto riesgo, a mi con el kayak todavia no me ha pasado, acabo de empezar en esto, aunque el otro día en Valmayor aunque sea un pantano hacia un viento que si levantabas los brazos demasiado te llevaba el viento, no me llegue a sentir comodo , quiza cuando iba contra el viento, el barco rompia las olas jque se formaban con la fuerza del viento, lo peor fue al tener que virar y poner al barco de costado contra las olas, la que las olas no eran nada comparadas con las que he vivido haciendo pesca submarina en el estrecho, pero este es un deporte nuevo para mi, y quiza con 45 años y tres crios te piensa las cosas, así que a los 40 minutos decidi salirme, aunque con pena.Pero ya habra más días.