Rectifico: Mal pescador arrepentido. No quiero levantar ampollas porque este tema se toma muy a pecho. Hay muchos pescadores a imitar como el grupo de Peskama, gente que se toma en serio el tallaje, el equipo, la preparación y el reto de conseguir una pieza que merezca respeto.
El problema viene de gente como yo que nunca había pescado y un buen día se decide a hacerse un curri y empezar, pasando mucho de si la oblada es pequeña o mediana y solamente buscando "sacar". Cada cual tiene una personalidad diferente y yo hablo de mi experiencia personal. Salía en kayak con la finalidad última de pescar y no disfrutaba del mar, ni del paisaje, ni de la compañía de mis amigos. Para mi la justificación de que "me como todo lo que saco" es inconsistente, las pescaderías están llenas de producto bueno, barato y pescado por gente que que vive de ello y debería seguir haciéndolo de manera responsable.
Mi última jornada de pesca en El Portús comenzó con tres buenas llampugas mañaneras a las que siguió una serie de horas baldías, pasando y pasando sobre los puntos "buenos" lleno de ánsia, esperando solamente la inyección de adrenalina del sedal sobre mi hombro, despreciando palear por la hermosa bahía en un día como aquel, tan limpio, claro y apacible.
Conduciendo a casa con las tres llampugas muertas en el maletero me venían a la mente las imágenes de estos hermosos peces azules y amarillos, fuertes y voraces (alevines aunque de kilo y medio). El reflejo del sol en sus cuerpos mientras se agitaban convulsivamente intentando escapar del anzuelo tamaño elefante, misión imposible, contrastaba con la imagen triste, opaca, de muerte en el barreño negro de plástico. Yo conducía a casa y esos peces podrían haber seguido surcando los mares, disfrutando de las aguas mediterráneas, engordando, creciendo, saliendo al Atlántico y llegar al Caribe, pero no, estaban muertos en mi maletero y ese día no había cebolla ni tomate que acompañándolos al horno pudiera borrar la mancha o sensación de haber matado que hasta hoy me acompaña y que me ha decidido a no pescar mas de esa manera.
No digo que en una travesía de cuatro o cinco días de autosuficiencia no vaya a echar el curri para proveerme de la comida del día, esto lo veo justificado, pero salir al mar únicamente a pescar y cuanto mas mejor, nunca mas. El mar me regala una vez por semana, con suerte, unas horas indescriptibles de paz, tranquilidad, amistad, disfrute, deporte, libertad y sensaciones impagables que me hacen sentir una deuda de gratitud a la naturaleza incompatible con la pesca. Esto es una opinión personal y no un dogma, pero lo que si afirmo es que los aficionados al kayak y la pesca deben plantearse su forma de enfocarla de una manera sostenible, justa y deportiva.