La edición número 18 de la Ruta Fenicia durante el fin de semana del 18 al 19 de Junio ha tenido lugar en la costa murciana sur, desde Calabardina a Bolnuevo, con unos 30 participantes presuntamente satisfechos y una meteorología estupenda.
Este año el recorrido ha sido menos extenso que en ocasiones anteriores, con una distancia total aproximada de 30 kilómetros en dos cómodas etapas. Nos reunimos en Calabardina a primera hora de sábado y desacostumbradamente hasta tuvimos tiempo de desayunar tranquilamente partiendo no después de las 10:30, habiendo dejado previamente los vehículos en el punto de salida en Bolnuevo.
Rodeamos Cabo Cope con un mar tranquilo y luminoso, punteando la costa y admirando los hermosos acantilados y la transparencia del agua, y así fue la tónica de navegación de toda la ruta, sosegada y tranquila.
La primera parada al doblar Cabo Cope y en la primera playa de arena que encontramos a 5´5 kilómetros de la salida nos sirvió para un segundo desayuno y baño, el agua estaba muy agradable y un punto fresquita – para los del Sur- . La mayoría de las playas no es de arena en esta zona, se trata de un litoral poco elevado y rocoso formado de dunas fosilizadas y erosionadas, paredes de arenisca blanca muy moldeadas por los elementos y con formas caprichosas y originales.
De este punto a Cala Blanca navegamos durante algo más de cinco kilómetros, y nuevamente una larga parada de medio día, ya que los quince kilómetros de la primera etapa nos permitieron disfrutar de la compañía, paisaje y mar.
Cala Blanca tiene una de sus costados cubierto por un alto saliente de arenisca dorada que proporciona una enorme sombra a una playa de guijarros con capacidad para albergar todos los kayaks, aunque la temperatura ideal, no calurosa, hacía agradable estar a ratos bajo el sol.
Esta cala tiene unas cuevas excavadas muy originales que sirvieron antaño de protección para los recolectores de esparto, también para su almacenamiento. Esta costa es muy árida y con poca vegetación, antaño desértica y hoy gracias a los regadíos productora de hortalizas invernales y afortunadamente muy poco poblada, gran parte de ella protegida.
Como la distancia hasta el punto de pernocta superaba apenas los quince kilómetros nos permitimos una larga pausa gastronómico social, hay que señalar que ya son dieciocho años de Fenicia, que dan para mucho. Yo tenía 30 años cuando esto empezó, ahora 48. Durante este tiempo las circunstancias personales de todos han cambiado, lo que empezó como un grupo juvenil ha devenido en padres de familia, incluso abuelos, y la vida a cada uno lo ha llevado de una manera diferente. Esta ruta nos sirve a algunos como único punto de encuentro al año con amigos que incluso vienen del extranjero para la ocasión, y podríamos decir que esta es nuestra romería, y Santa Fenicia nuestra patrona.
Por una serie de sucesos algunos compañeros no pudieron palear pero sí acompañarnos escoltándonos en furgoneta, lo que ha supuesto básicamente menos peso en los kayaks, sillas y mesas para personas y no hobbits y la tranquilidad de ver en cada punta y cala a nuestros amigos Luisa y Pedro Luís que durante toda la ruta nos apoyaron de una manera excelente y que agradecemos infinitamente para próximas ediciones.
Algunos partieron antes, otros después, con un mar tranquilo que en absoluto siguió la previsión de viento, comportándose como el mejor aliado para una navegación relajada.
Hasta Calnegre otros cinco kilómetros, playa de arena fina encajada en una cala de rocas negras, y con chiringuito. Dejamos que las familias terminaran su día de playa para acampar molestando lo imprescindible y evitando la posible presencia de la autoridad, que finalmente no se produjo. Aprovecho para felicitar a todos y cada uno de los participantes que con su actitud positiva y cooperante han conseguido dos días especiales, es un placer compartir navegación con personas de esta calidad.
La noche sin incidentes, cena en grupo y alguna copita pero temprano a la tienda, y el domingo amaneció con el mar más tranquilo si cabe que el día anterior y pudimos seguir punteando la costa rocosa alternada con largas playas solitarias, abruptas algunas y casi desiertas todas.
Pasamos delante del poblado de Calnegre y nos detuvimos en Percheles, nuevamente cinco kilómetros de paleo. De aquí a Bolnuevo quedaron menos de ocho kilómetros, desembarcando y poniendo final a la ruta en la playa del mismo nombre.
He agradecido mucho que las distancias hayan sido contenidas, pudiendo disfrutar plenamente de la compañía y la naturaleza, y tengo la impresión de que es una impresión compartida…los años pasan y nosotros afortunadamente con ellos, así que el próximo año ojalá nos encontremos de nuevo.