Me estoy tomando el término
“celta” con cierta ligereza; espero que nadie tenga que corregirme. Por otro lado desde que asistí al 2º festival de Ortigueira, hace ya algunos años, he visto ese término,
“celta”, como una bolsa en la que cabe un poco todo.
Pues bien, en las tradiciones celtas de las Orcadas y Shetland hay algunos personajes que nos interesan especialmente: Los
hombres foca y los
finmen (escrito con una sola “n”). La
gente-fin era una raza de sombríos brujos temidos por los mortales. Sus “
boating skills” (habilidad con el barco?) no tenían parangón. Tenían poder sobre el mar y las tormentas y podían cambiar de apariencia con facilidad. Estos hábiles tramoyistas eran verdaderamente anfibios. Iban y venían cuando les apetecía aventurándose entre su mundo submarino y nuestro mundo real. Los
finfolk llevaban vida nómada. Pasaban los inviernos en
Finfolkaheem, una majestuosa ciudad de ubicación desconocida pero que se suponía en el fondo del mar. En verano regresaban a las Orcadas y se asentaban en su mágica isla
Hildaland, una de las islas mágicas de las Orcadas que tenían la facultad de desaparecer. Los
fin capturaban seres humanos que teletransportaban su morada para convertirlos en esposos o esposas de algún
fin obligándolos de este modo a permanecer allí para siempre.
(Sinforosa, ¿a que has estado viendo un kayak detrás de toda esta historia? Pues yo todavía no he mencionado esa palabra.)
“Selkie” significa foca en el dialecto de las Orcadas, y verdaderamente es muy común ver focas en el archipiélago. A veces se ven sus cabezas meciéndose en las olas, otras se las ve en la orilla mirando inquisitivamente con ojos asombrosamente humanos. Al contrario que los
finmen, la
gente selkie era vista como gentiles criaturas con la hábilidad de transformarse de focas en ágiles y bellos humanos aunque solo en determinadas ocasiones podían llevar a cabo esta transformación. Algunos dicen que cada nueve noches, otros que cada siete mareas.
Un elemento común en los cuentos de los
selkies, y quizás el más importante, es que para ejecutar la transformación debían despojarse de su piel de foca. Esas mágicas pieles albergaban el poder de recuperar su condición de foca y regresar al mar. Si perdían esa piel o si se la robaban, quedaban condenados a permanecer en su forma humana hasta que pudieran recuperar la piel. Por este motivo, si eran sorprendidos en la orilla, los
selkies se apresuraban a recoger sus pieles antes de precipitarse a la seguridad del mar. En estas leyendas abundan los encuentros amorosos, tanto de hombres con bellas
mujeres-foca como de mujeres con bellos
hombres-foca.
(Sinfo, ¿a que sigues viendo kayaks? ¿Quizá algún guapo inuit enfundado en su tuilik hecho de piel de foca, capucha incluida, y a bordo de un kayak que apenas si sobresale del agua?
A lo largo de los años los
finfolk y los
selkie-folk se han ido transformando, en el ámbito de las Orcadas, en dos razas sobrenaturales diferentes, diametralmente opuestas, pero si miramos en las tradiciones de Shetland no encontraremos diferencia entre los dos personajes. Se puede afirmar que ambos fueron en algún tiempo un único ser, pero ¿donde se originaron tales leyendas? ¿Noruega?
Noruega fue y es pais de origen de dos pueblos diferentes: los sami y los noruegos. Vistos en las antiguas fuentes noruegas como “
finnar”, los sami tenían reputación como grandes hechiceros con poder sobre el tiempo y sus inclemencias y la facultad de viajar grandes distancias en mágicos trances y cambios de apariencia, adptando normalmente formas de oso o de animal marino. Los sami llevaban una vida nómada y totalmente desligada de la sociedad y cultura de sus vecinos los noruegos. En un principio ocupaban el territorio del norte de Noruega conocido como Finnmark. El hecho de que los sami no se convirtieran al cristianismo y continuasen con su religión chamanista contribuyó a que se les viera como brujos y hechiceros de poderes mágicos. A veces
“gigantes”, a veces
“enanos”, estos términos no se utilizaban para referirse a la estatura si no a sus poderes sobrenaturales. Su reputación era tal que las leyes noruegas llegaron a prohibir a los cristianos cualquier contacto con los
“finnar” o ir tras ellos en busca de conocimiento o de cura.
Recordemos que los noruegos se asentaron en las Orcadas y Shetland allá por los siglos ocho o nueve. Con ellos bien pudieron viajar tanto los
finnar como las leyendas y tradiciones que había sobe ellos.
Toda esta información está extraída, a veces literalmente de
www.orkneyjar.com(Si hubiese nieve no escribiría tanto)