en algunas cosas el ser autodidacta importa menos. En una embarcación necesitas sí o sí tener la certeza de saber hacer las cosas bien (la dichosa técnica) porque, a poco que cambie la cosa meteorológica y las olas, como te pille lejos de una zona con desembarque, te puedes ver en serios apuros. Andando, en bici, en moto, esquiando... hay un montón de deportes donde si la cosa se pone fea, pues paras y ya está. En el mar no tienes la opción de parar, porque la mayoría de las veces parar es incluso peor. Ahí es donde la técnica puede sacarte con solvencia y, sin ella, vas a acabar en el agua, sin saber volver a subirte al kayak y con un riesgo grande de necesitar ser rescatado por terceros, si es que saben que estás ahí. Y ahí te he dejado 2 claves: aprender técnica y no salir nunca solo.
Y la técnica no sólo es cómo coger la pala o como meterla en el agua. La técnica es también cómo hacerlo de forma que te canses menos y seas más eficiente -menos cansancio te da seguridad extra- hacerlo con viento, con olas, cómo dejar que las olas te pasen por debajo sin volcarte, cómo embarcar y desembarcar con olas, cómo volver a subirte al kayak sin hacer pie, cómo hacerlo solo, con ayuda de otro kayak, con ayuda de 2 kayaks, con pala, sin pala, cómo surfear para aprovechar las olas y economizar esfuerzo, y saber dirigir el kayak sin acabar haciendo la croqueta acuática, cómo aguantar sin volcar cuando una ola te gira y lleva de lado y cómo ir apoyado con la pala en una ola que te saca hasta la arena (es brutal cuando lo haces por primera vez y te sale bien). Y éso es sólo el principio. Y cuantos más recursos tienes, mejor te lo pasas. Es una cuestión de ganar confianza y atreverte a salir en más condiciones diferentes, es decir, poder disfrutar más días que ahora.