Hola Koe,
Escribí algo hace un año sobre esto. Se trata de reflejos propios de los mamíferos de los que todavía se desconoce mucho. Las reacciones del cuerpo a la immersión en aguas frías, comenzaron a estudiarse durante la batalla del Atlántico, al encontrar víctimas ahogadas con el chaleco puesto y la cabeza fuera del agua, antes del tiempo mínimo para que se estableciera la hipotermia, y sin tener tampoco señales de traumas. Una de las explicaciones fue la hiperventilación, una constricción inmmediata de los capilares, el aumento súbito de la presión sanguínea y de la tensión hasta niveles que pueden provocar la parada cardíaca. Otra explicación para otros casos, y esta es más reciente, es el ahogo por la inhalación de las partículas de agua en spray que se desprenden a partir de condiciones de Fuerza 8 Beaufort. También se ha reconocido el ahogo en seco que impide respirar por los espasmos musculares que sellan la laringe, e impiden respirar. Otras causas son los reflejos.
De un lado, está la aspiración refleja. Sumergir el torso, la cabeza y el cuello en aguas situadas por debajo de los 10 grados puede provocar el reflejo. No ocurre siempre, pero es una reacción observada en los mamíferos. Logicamente cuanto más fría esté el agua más probable es la reacción frente a la que muchos chalecos salvavidas utilizados frecuentemente no daran ninguna protección, sino son capaces de incorporar un cuerpo inconsciente permitiendo que las vías respiratorias permanezcan fuera del agua.
El reflejo de la glotis provoca su apertura involuntaria y una hiperventilación que provoca la inhalación mientras se está sumergido. Si ocurre, el agua fría en los pulmones o las contracciones musculares en la laringe pueden impedir la respiración, al alcanzar luego la superficie.
Opuestamente, se ha observado también el reflejo contrario, el de buceo, que provoca un laringoespamo, la contracción de la glotis. Este reflejo puede aumentar las posibilidades de sobrevivir, y es frecuente en mamíferos acuáticos como focas, nutrias, delfines, etéctera, aunque existe con menos intensidad en las personas, siendo sin embargo frecuente en los bebés. En el reflejo de buceo, la sangre es desviada lejos de los brazos y piernas, circulando tan sólo a 5-8 latiros por minutos.
Como resultado, personas rescatadas en aguas frías que muestran los síntomas típicos de ahogamiento: coloración cianótica de la piel, ninguna respiración apreciable, ausencia de pulso o latidos, o pupilas completamente dilatadas, han podido ser reanimadas logrando una recuperación rápida.
Hay una parte fea: Si se ingiere agua antes del cierre de la glotis, la victima se hunde lentamente hacia el fondo, con sus constantes inhibidas pero funcionales durante tiempos que pueden llegar a 30 minutos.
Lo más escalofriante es que en ocasiones, la víctima permanece consciente y puede ver todo hasta que sus constantes vitales se extinguen.
Como reflejos fisiológicos es inútil intentar controlarlos. No se dan en aguas por encima de los 21 grados ni tampoco cuando se sumerge partes del cuerpo distintas de la cara o el torso. La única prevención es vestir no de acuerdo con la temperatura ambiental, sino con la del agua, y empapar de vez en cuando, la frente y la nuca para acostumbrar al cuerpo.
Todas estas reacciones ocurren en los primeros minutos de la inmersión. Si se sobrevive a eso, en los primeros 2-30 minutos los músculos dejan de funcionar, las manos pierden la sensibilidad y sólo pueden ser utilizadas como garras, y se es incapaz ya de nadar. Un poco por debajo de 10º se puede lograr sobrevivir durante otra hora si se permanece quieto en la posición HELP -abrazando las rodillas-, aunque a esas temperaturas se caerá en la inconsciencia antes de ese tiempo.