Aunque ayer fue mi tercera salida, me he levantado pensando en hacer este post antes de que se me vayan olvidando las cosas. Este mes de mayo ha sido mi iniciación al kayak de mar. Si bien hace un par de años me dejaron uno durante un par de horas, ha sido este año cuando me he comprado uno de casi 5 metros y he empezado a salir. Estoy en rehabilitación por un accidente de tráfico en el que me rompí un hombro y casi todas las costillas, así que mis limitaciones físicas son importantes, pero no suficientes como para dejar de hacer algunas cosas... o empezarlas a hacer!.
En la primera salida, el día que lo estrené en el puente del 1 de mayo, salí con mi amigo Alfredo en Calpe. Me enseñó a salir ya sentado, con el cubre, empujando con las manos sobre la arena y avanzando como una morsa, "a mano". Luego en el agua la cosa pintaba un poco mejor. Sin embargo me iba todo el tiempo hacia la derecha. Una mezcla de falta total de técnica, grandes diferencias físicas entre un hombro y el otro (uno con 7 tornillos y el otro con dos tendinitis), y más ganas que vergüenza. A la ida me iba hacia la orilla y a la vuelta mar adentro. Las entradas y salidas son un poco torpes pese a salir con el agua del mar como un plato. Toda la cubierta y bañera llenas de agua, arena y algas. Encima con la poca fuerza en los brazos, ponerme de pie es un poco extraño de movimientos y doloroso a la vez. Ya mejoraré. Me habían regalado una pala y me había ido comprando el resto del equipo. La verdad es que ya casi parezco un kayakista de libro con mi chaleco y demás. Parezco...
En la segunda salida me dejaron una pala más larga y estrecha. La teoría es que me cansaré menos y exigiré menos esfuerzo a mis hombros. Cierto. Salí solo por Cullera, pero sin alejarme demasiado de la orilla. Pese a leeros sobre lo de no salir nunca solo, aquello era casi una piscina. Después de leer mucho sobre técnicas de paleo y ver vídeos, conseguí mantener un poco más el rumbo, aunque todavía hago cosas mal y me voy a derechas con cierta facilidad. En la vuelta de repente me ví surfeando una miniola orillera y casi atropello a mi familia. Tiré de instinto y frené con todo lo que se me ocurrió hasta conseguir salirme de la ola. En el desembarque volví a llenarme el kayak de agua y arena. Espero que esta parte mejore pronto. Intentando salir del kayak vino mi cuñado a ayudarme. No se le ocurre otra cosa que agarrarme del brazo operado como para hacerlo firme contra el suelo. La madre que lo parió, que en paz descanse. Coge del kayak, melón!!!. Volví a llegar sano y salvo, incluso conseguí hacer rumbos con tendencia a izquierdas. Voy corrigiendo. Cuesta, pero los hombros parece que se van dejando poco a poco, sin forzar. No me ha dolido nada en ninguna de las salidas, así que supongo que no estoy haciendo nada mal para mis lesiones. El transporte hasta la orilla y de nuevo hacia el coche, así como descargar y cargar el kayak a la baca sigue siendo un problema. El kayak pesa horrores incluso encima del carrito. Me canso demasiado. Algo debo hacer mal o estoy más flojeras de lo que pensaba.
En mi tercera salida, ayer en Cullera de nuevo, las cosas empezaron torcidas, literalmente. Olita orillera con muy poca profundidad. No avanzaba nada y me quedaba varado entre olita y olita. Finalmente acabo de lado. Esto no debe ser así. Mi cuñado y mi mujer me ayudan a poner la proa de cara al mar. Menos mal. Creo que a la próxima intentaré meterme un poco más adentro e intentar subirme con agua por la rodilla. Me parece muy ridículo no ser capaz de llegar siquiera a flotar y ya estar en apuros. Claro que igual intentar subirme y caerme en un palmo de agua puede ser un naufragio bastante cómico... No sé. Como de momento no puedo por mí mismo ponerme el cubre por detrás -por las lesiones de hombro, que me duelen con las manos atrás-, necesito ayudante de cámara. Habrá que seguir practicando. Esta vez me alejé un poco más de la orilla. Vi un kayak más adentro y me acerqué a él. Ya consigo mantener el rumbo con cierta eficacia. Le alcancé y... menos mal, hablaba español. Si yo pensaba que había empezado tarde, Vicente, que así se llama mi primer amigo casual en el mar, lleva dos años paleando y debe tener como 15 o 20 años más que yo. Vamos, la edad promedio de mis compañeros de rehabilitación. Aún así el tío gira el kayak en medio metro de agua mientras yo hago amplias rotondas. Tendré que aprender eso, pues nos juntamos los kayaks un par de veces y si cambiábamos el rumbo, me sacaba decenas de metros de ventaja hasta que conseguía poner mi proa hacia él. Luego le pillaba, menos mal. Debe ser porque mi kayak, mucho más largo que el suyo, es más rápido. No es que lo piense yo, es que lo decía Vicente y, con 2 años de experiencia, supongo que tendrá más razón que yo, que pensaba que me iba esperando para no dejarme atrás.
La vuelta y desembarque han sido medio buenas. Mi cuñado ya no me ha agarrado el brazo y simplemente mi mujer ha sujetado el kayak para que no me volcara la ola orillera. El kayak lleno de agua y arena, que no falte. Con lo sequito que había conseguido llegar... Luego me cuesta más quitar la arena que desalar todo el kayak. Esta vez he llevado el kayak en el carrito mucho más centrado, más o menos en el punto de equilibrio. Ni comparación el esfuerzo necesario para llevarlo. Menudo cambio.
Esta vez me he llevado un bidón de presión, de esos de fumigar para las malas hierbas, para quitar la arena y sal del kayak. Aprovechando que tenía los lavapies de la playa para coger agua, he llenado allí el invento. Ha sido casi práctico, pero el caudal de salida de agua es una birria porque ese invento está pensado para pulverizar. Estoy por la labor de tunearlo un poco. Me da igual dar presión más veces. Un chorrito como lo que sale por la aguja de una jeringuilla eterniza la desalinización y ya no te digo sacar la arena de la bañera. Para morirse en el intento. Me quedé en el paseo limpiando el kayak y la familia se subió al apartamento. Para cuando llegué al apartamento de mis cuñados, ya se habían comido el aperitivo, había comido el niño y la paella estaba en la mesa. A ver si consigo llegar al caudal de una jeringuilla sin aguja para no acabar llegando a los postres. La otra es ir directamente con una regadera, que quedará igual de agrícola de todos modos.
Esas son mis experiencias de momento. A ver si voy puliendo detalles, mejoro los embarques y desembarques, lo de girar en redondo sin hacer 3 millas náuticas y lo de lavarlo todo después. Lo importante es que llego con una sonrisa de oreja a oreja. Vamos, que es como lo del chiste aquel de "me gusta jugar al poker y perder"...