Os cuento. El miércoles 9 llega a la playa de Melide (Cangas-Cabo Home-) sobre las 18,00 h. Lo recojo, a casita, ducha, cena, charla y a dormir.
El jueves por la mañana queda en casa acompañado de Nemo y a mediodía, acompañados por las alegres comadres de As Barxas -colegas con los que enseguida congenia- damos buena cuenta de un hermoso cocido (estamos en San Martiño, tíos). Unas copas en Bueu, unas risas, unas compras y a estudiar los partes meteorológicos.
El viernes parece que hay una ventana (viento sw f3, f4 y mar de fondo de 4,6 m) antes del tomate que se avecina para el fin de semana, decide salir y puedo acompañarle.
Salimos temprano para que pueda aprovechar al máximo las horas de luz. A las 8 de la mañana ya estamos chapoteando entre las olas de Nerga. Su intención es hacer el máximo de km diarios (las navidades están cerca y aún le quedan mucos km). Tiramos hasta Ons donde nos damos un abrazo y nos separamos y él sigue hasta ¿Corrubedo-Porto do Son-Muros o Porto Cubelo? dependiendo de sus fuerzas (está muy fuerte -benditos 27 años-) y del mar que encuentre (estamos hablando de una etapa de entre 60 y pico km hasta 80 km).
Me gustó conocerlo, me gustó que lo conociera Bego y mi hijo de 15 años. Mis colegas también quedaron encantados con él. Es un viajero, no es un friki del kayak de mar como muchos de nosotros. No lleva un equipamiento técnico de última generación (super pala, super kayak, super traje seco, super chaleco, super...) -en Ons, bajo un chaparrón del carallo saca el ¿mapa? doblado, mojado y roto para tomar las coordenadas para el gps -yo no podía dejar de sonreir-. Sin embargo lleva 5 meses remando (que se dice pronto) y no pierde la sonrisa ni de coña. Tiene mucha cabeza y sabe muy bien lo que hace. Imparable.
Que tenga mucha suerte en este y, seguro,en los muchos viajes que le quedan por hacer.