Hola a todos. Tengo la suerte de poseer una pala del maestro Rafa desde hace muy poquito tiempo, casi el mismo que llevo paleando, y queria compartir mis impresiones con otros novatos como yo que están pensando en adquirir una.
Creo que al ver una groenlandesa por primera vez pensamos "que extraño, que raro, que poco tecnologico, pero si vivimos en la era del carbono quien quiere madera"y nos rompe de inmediato los esquemas. Luego conoces a alguien que las fabrica y usa, como el maestro Rafanook, que te explica de donde viene, el porqué de su diseño etc...entonces te pica la curiosidad. Aqui la cosa se complica. Un dia te "pasas a ver " las palas de Rafa y antes de que te des cuenta, de entre el montón de palas una te escoge a ti. Sin más. Mira que había palas! Pues no! Esa es la tuya.
Luego llega el día de estrenarla. Dejas la europea a un lado, coges la rafanook, das la primera palada y.....y nada....esto no tira, no mueve agua....vibra y hasta zumba en tus manos. Aquí algo va mal. Si no fuera porque a tu lado el maestro es capaz de todo usando su pala me hubiera decepcionado. Pero si él puede....
Después de esto las siguientes tres o cuatro salidas la tienes en cubierta y la vas usando de vez en cuando con recelo, porque no te fías.
Hasta que de repente das una palada y no vibra, no hace extranos y ahí empieza la historia. Poco a poco vas entendiendo y recordando los consejos. " no fuerces la palada", " deja que ella se posicione".
Hoy he salido a palear. Pero la pala europea era la que estaba en cubierta desde el principio.
La primera media hora...regular. El paleo algo errático, zumbaba y no conseguía mantener una velocidad...pero donde hubiera pasado a la europea hoy no lo he hecho.
A las dos horas mi pala me propulsaba. Me daba apoyo. La pértiga me decía donde estaba la hoja en todo momento. Cuando daba la palada ya no cortaba el agua sin ofrecer impulso, al contrario, se anclaba a ella. Sin darme cuenta estaba paleando a gusto y feliz.
Entonces llego el viento y... y nada, no era incomodo, no notaba el aire en las hojas de la pala.
Después de cinco horas paleando me doy cuenta de algo en lo que no había reparado. Mi Rafanook es MI pala. Es única, no es una pala producida en serie por procesos mecanizados y nadie más en el mundo tiene una como la mía. Ese pedazo de madera que un día fue parte de un ser vivo, podría haber sido la pata de algún mueble, una caja de lápices o vete tu a saber qué. En cambio acabó en manos de un artesano el cual le dio un destino, a mi entender más digno.
Para todos los que al ver una de estas palas sientan esa llamada os diré que el proceso ya se ha iniciado. No luchéis contra vuestro instinto. Solo así cuando esteis en la mar paleando a solas con vosotros mismos os sentireis verdaderamente plenos.