He llegado tan cansado que no podía apretar una tecla, para agradecer a los dioses la travesía por los mares del Sur. Un millón de metros, un millón de emociones, imágenes y vivencias...;un millón de gracias a mis compañeros de viaje. Aquí no hay ciencia...todos tan distintos, con tantos colores y sabores, compartiendo el mismo escenario, la misma afición.
He visto la mirada de una niña con nombre de luz, a un bombero apagar el fuego desatado de un chorizo del Infierno y al dedo de Dios señalar un Cielo perfecto, me he movido por la línea fronteriza del agua y el viento y todo ha sido bello. Muchos colores, todos.... hasta el verde!; muchas texturas de rocas y tierras viejas, retorciéndose y convulsionando, derramándose con formas de piel de dinosaurio o de órgano de catedral. Aguas de transparencia imposible que dejaban verlo todo, que nos hacían volar sobre sus fondos. Aguas color cristal y cristalinas, cristal del verde botella del vino de Ribera de Duero de 2006 y del Albariño.
El blanco intenso de la Vela, el negro del basalto y de las Negras, triste historia de mar, y los otros colores, bellos colores de la compañía, la amabilidad, la cortesía, la risa y la sonrisa. Ahora la mezcolanza de sensaciones, imágenes, olores y recuerdos en el carrete de la memoria, irán poniéndose en orden. Sí, así se viene del Sur con la literatura en el cuerpo y con el libro del amante de sus tierras en el bolsillo. Gracias a todos. Pepín Gracias.