Por si nadie se anima a traducirlo ahí va un breve resumen del artículo.
"es un chico lo que agradezco
Él, cuando crezca, saldrá en kayak.
Cuando es una hija, ella nunca saldrá en kayak
Cuando es una hija hay poco motivo de alegría"
Esta nana groenlandesa que las madres cantaban a sus niños, ilustra tanto la preocupación por el sustento como la distribución de roles en función del género. Se suponía que si una mujer se aventuraba a cazar en el kayak sería motivo de mala suerte. La mujer sin embargo jugaba un importante papel en el proceso de construcción. Se encargaba de coser la piel del kayak. Tarea de no poca importancia; la vida del cazador podía depender de la seguridad de la costura. La costura a popa de la bañera se reservaba a las más diestras en el oficio.
Aún con todo, se sabe que algunas mujeres tuvieron que salir al mar por si mismas en busca de alimento. Gustav Holm, que en 1884 fue el primer europeo en alcanzar Ammasalik ya nos habla de dos mujeresque cazaban en la costa sudoeste, puede que porque habían nacido en alguna familia sin hijos varones o porque no hubiera suficiente hombres como para alimentar a toda la comunidad. Por otro lado y aunque no se mencione en el artículo de Nissen, el antropólogo Robert-Lamblin, en su censo de muertes en kayak en Ammssalik entre 1885 y 1968 nos cuenta que uno de los cazadores fallecidos fue una mujer de 32 años.
En época más reciente, Online Mathiasen, una mujer nacida en Groenlandia que estudió en Dinamarca, a quien se considera primera comadrona de Gorenlandia, usaba el kayak en sus desplazamientos por la costa este durante casi toda la primera mitad del siglo XX. En uno de sus viajes como partera tuvo incluso que enfrentarse y dar muerte a un oso polar.
El artículo aún nos cuenta el caso de otras dos enfermeras que más o menos en la misma época que Online, usaron el kayak para desplazarse en el cumplimiento de sus tareas. Una de ellas, Sara Helms, incluso intentó aprender a esquimotar, aunque sin éxito. Los locales le habían construido un kayak que guardaron largo tiempo incluso después de que Sara hubiese regresado a Dinamarca. Cuando 26 años después Sara regresó a Ammassalik en un viaje de placer, se encontró su kayak con un cartel que decía: "no tocar, es de Sara." La misma Sara nos cuenta que en la localidad de Isortoq vivía una groenlandesa que usaba el kayak y servía de gran ayuda a las dos enfermeras en todo lo relativo al aprendizaje de su manejo.