Autor Tema: Travesía Sil-Miño: bitácora de un descenso desde El Caurel hasta el mar.  (Leído 12425 veces)

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Desconectado SantiagoCampos

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Hace varios meses me acerqué por este foro preguntando por información para planear el descenso del río Sil y el Miño en verano; fuisteis varios los que me regalasteis algún dato que nos vino de perlas para preparar el descenso.

Y con eso, una Prijon Excursion de dos plazas, ganas de disfrutar y seis días por delante, nos aventuramos a bajar desde Aguasmestas (Lugo) hasta el Atlántico del tirón, sin coche de apoyo ni ná. Este es el relato de lo que nos encontramos en ese descenso para el que le pueda interesar repetir o transformar esta aventura en la suya. Las distancias que aparecen en cada etapa son aproximadas (medidas a pedal con el GoogleEarth), y los tiempos son los totales, desde que cogimos la piragua por la mañana hasta que la soltábamos por la tarde, incluyendo las paradas para almorzar, comer, merendar, fotografiar, bañarse, echarse la siesta... y con un ritmo de paleo propio de dos personas que se tiran al río para disfrutarlo con calma lo máximo posible. Espero que el relato no os resulte pesado y cualquier duda o comentario es más que bienvenido.

Añado abajo un archivo con las marcas de las paradas y las etapas, y alguna referencia de alojamientos o información para abrir con GoogleEarth:
« Última Modificación: 28 abril, 2014, 09:38:35 am por SantiagoCampos »

Desconectado SantiagoCampos

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Etapa I. 3 de agosto: Aguasmestas-Rabacallos (4 horas; 22 km aprox.)
« Respuesta #1 : 11 enero, 2011, 00:11:33 am »
A las cuatro y media de la tarde, un tres de agosto en el sur de Lugo, hay pocas cosas mejores que hacer que meterse al agua. Por eso, el embarque en lo que iba a ser el primer día de nuestra ruta hasta el mar, lo hicimos lo más rápido posible. El calor del interior lucense se convierte en agónico cuando te acercas a la olla a presión en la que se convierte el Sil encajonado ya en estos lares. Ponerse unos escarpines negros y e intentar meter todo el equipaje en los compartimentos de la piragua con el riesgo de sufrir una lipotimia, aguza el ingenio. Y ver el río, fresco, cantarín, ahí a tu lado... todo una provocación para pasar ese trago lo más rápidamente posible.

El complejo turístico de Aguasmestas es un monumento. No se sabe muy bien a qué, pero es todo un monumento: unas instalaciones espectaculares en un lugar paradisíaco... pero cerradas por vete a saber tú qué problema con los presupuestos de la diputación. Un catamarán, de esos que pasean por la ribera sacra, cómodamente apoyado en un prado porque cuando decidieron desaguar el embalse de Santo Estevo, parece que se les olvidó avisar al capitán de marina para que cambiara el barco de sitio. O quizá sí le avisaron, pero es que no le dio tiempo. O igual sí que le dio tiempo, pero no encontró las llaves... El caso es que ahí está el barco de diputación, sobre un mar verde, pastando.. Lo bueno de este despropósito es que está vigilado (no se sabe muy bien para qué, la verdad) pero así el coche del que te despides hasta una semana después lo dejas en el aparcamiento algo más tranquilo.

En fin. Una vez superado los dos shocks, el del calor y el del barco colgante, cogemos nuestra Prijon (en realidad, la Prijon del Mai, el patrón de la embarcación)y empezamos por fin el viaje tantos meses planeado. Y lo hacemos con esa sensación extraña de volver a meterte en un medio que no es el tuyo, que además está más movidito que lo que sueles acostumbrar.
Porque el vaciado que Endesa ha hecho del embalse de Santo Estevo durante 2010 para aumentar la potencia de turbinado de la presa, ha hecho bajar hasta treinta metros el nivel del agua, y convertir lo que era un paseo de aguas paradas en un descenso vivo aunque no demasiado complicado para unos inexpertos como nosotros. Las primeras paladas las damos para recibir al Lor, que tributa al Sil por su derecha, y que forma con éste el espigón sobre el que se asoma Aguasmestas.

Las dos primeras horas más o menos de travesía tienen cierta corriente, pequeños rápidos que hacen del descenso algo extraordinariamente emocionante para unos navegantes inexpertos como nosotros. Pese a no tener ningún peligro, el sólo hecho de no saber qué se va a aparecer tras la siguiente curva del río, hace que el descenso se convierta en toda una aventura para las gentes de secano que se atreven a ello. El paseo es, entonces, además de muy agradable, pleno de suaves emociones porque detrás de esa curva que con tanta aprensión cogemos, hay otra y luego otra, en un zigzaguear tranquilo pero continuo del río, encajado entre unas paredes bien apretadas que casi parece se vayan a besar, aunque no tan profundas como más adelante visitaremos.

Pasado ese primer tramo, el río alcanza el nivel de la nueva cota del embalse desembalsado, y las siguientes dos horas, desde el embarcadero colgante de Doade (¿a quién se le puede haber ocurrido hacer un puente encima de otro?) hasta Rabacallos se hace entre laderas con barcas colgadas o viejos sotos de castaño inundados un día por el embalse, y hoy testigos secos de lo que la aventura humana del 'desarrollo' puede llegar a suponer.

En Rabacallos (info@galitursport.com) un complejo turístico a media ladera se aparece como un oasis de buen rollo en medio de la Ribera Sacra; un lugar muy recomendable para comer, dormir o echar una partida de poker. Laura es, como mínimo, una gran anfitriona.
« Última Modificación: 12 enero, 2011, 22:45:30 pm por SantiagoCampos »

Desconectado SantiagoCampos

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Madrugar no tiene mucho sentido. En el río, en el centro del río, el sofoco estival pasa de largo y hace del centro del día un momento tan bueno para navegar como cualquier otro. Si a eso le sumas que hasta las once y media (ni un minuto arriba, ni un minuto abajo) la niebla no se levanta del fondo del cañón del Sil... buena gana de madrugar a lo tonto.
Desde Rabacallos, el camino hasta el embarcadero de Santo Estevo es cómodo. Los altos farallones del cañón se recortan sobre el río, y el descenso del nivel del embalse hace ver la profundidad del tajo y el drama que supone perder un paisaje sobrecogedor a cuenta de la ¿necesidad? de electricidad. Maldita batidora...

Las aguas, calmas, te acercan hasta el embarcadero de Santo Estevo, en la orilla izquierda del Sil. Desde ahí, la travesía se complica porque superar la inmensa presa tiene su cosa.
Además, ocho kilómetros aguas abajo de Santo Estevo, está la presa de San Pedro, más discretita de altura pero que igualmente hay que portear con dificultad para sortearla. Por eso, Laura de Gallitursport nos porteó la piragua, el pasaje y el equipaje hasta Os Peares, pocos metros aguas arriba de la confluencia de los ríos Sil y Miño, en la orilla derecha del Miño.
Es un acceso complicado, porque hay que portear la piragua por entre las calles de Os Peares hasta el espigón creado al pie de la pilastra del puente de tren sobre el Miño.
« Última Modificación: 12 enero, 2011, 23:05:27 pm por SantiagoCampos »

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Etapa IIb. 4 de agosto: Peares- Presa de Velle (Ourense). (15 Km; 3:45h)
« Respuesta #3 : 11 enero, 2011, 00:13:28 am »
La unión de Miño y Sil quizá sea delicada cuando alguno de los dos ríos baje alto de agua, porque desembalse alguna de las presas que cortan su discurrir. Pero a nosotros nos tocó un paseo tranquilo en la cola del embalse de Velle, con las orillas del Miño cada vez más separadas entre sí para dar lugar a un amplio cauce. Las riberas están cubiertas de un denso arbolado, sobre todo de esas malditas acacias que han invadido las riberas del Miño y que nos acompañarán muy a nuestro pesar prácticamente hasta la llegada al mar. Tras una parada técnica en Barra de Miño llegamos al Club de Piraguismo de Ourense, en la orilla izquierda del río, casi en la misma pared de la presa de Velle que preside la ciudad de Ourense. En las instalaciones del club, nuestra piragua pasa la noche un poco avergonzada. Primero por la amabilidad desplegada por sus miembros que le hacen hueco en su hangar, y por otro lado por verse acompañada, ella tan panzudita, de alguno de los prodigios de la técnica naval que utilizan el embalse de Velle para volar por encima del agua...
« Última Modificación: 12 enero, 2011, 23:04:56 pm por SantiagoCampos »

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Etapa III. 5 de agosto: Ourense-Arnoia (37 Km; 9h)
« Respuesta #4 : 11 enero, 2011, 18:54:09 pm »
La ciudad de Ourense está asomada a un río que la adora. Si no, no se explicaría que le regale con el montón de manantiales de aguas termales que salpican sus orillas y que dan lugar a uno de los espacios mas vividos y disfrutados del río Miño que hemos surcado. Desde As Burgas, los manantiales que en el mismo casco histórico de Ourense escupen sus aguas a más de 64º C, a los varios que aparecen en su orilla derecha (A Chavasqueira, Muiño, Outariz, ...) y que los orensanos utilizan ávidamente, y no es de extrañar, para pasar el verano a remojo a la orilla del río que ya por aquí, baja animado.
Desde la presa de Velle, el acceso al río para continuar el descenso es algo pesado pero no demasiado incómodo. Después de cruzar la presa con nuestra barca subida en su carrito, hay que superar las piscinas municipales para acercarse hasta la orilla derecha en el parque fluvial de Oira. El Miño va por estos lares, sin quedar constreñido por ninguna presa de momento, vivo de caudal, que se hace vivísimo entre el puente romano y el rarísimo puente del milenio.
Ahí, un inmenso 'bache' en el cauce del río (por unas obras de dragado, nos cuentan en el club de piraguismo) hace que nuestra Prijon pase su primer momento alejada de la horizontalidad, en un salto sobre el agua contra la fuerte ola que se organiza... que nos hace temblar un poco. Lo justo para atizar de adrenalina nuestro cuerpo y acercarnos a toda prisa a Las Chavasqueiras, las primeras piscinas de agua tibia que se abren sobre el Miño y que nos paramos a probar.

Desde Ourense hasta el Balneario de Laias, el cauce del Miño se ve acompañado por numerosos muiños, molinos que aprovechaban en su tiempo la energía del río para moler, de los cuales resisten estoicas buena parte de sus duras fábricas de sillería. De los azudes que hacían concentrar la corriente en las aspas de cada molino, hoy apenas quedan los restos bajo el agua que animan el descenso del río, de forma que cada molino que nos cruzamos es un nuevo acelerón en la bajada del río, aunque sin mayor dificultad.

El balneario de Laias se aparece sobre a la derecha de un Miño ya completamente tranquilo, apresado por la presa de Castrelo do Miño y que se ve animado apenas por las ráfagas de viento que dificultan a veces el palear. De ahí a la presa es poco más de una hora de tranquilo palear sobre un amplísimo río del que a veces ni se adivina la orilla de enfrente.

La presa de Castrelo cuenta con un campo de regatas y unas instalaciones deportivas en su margen izquierda. Nosotros para desembarcar elegimos un pequeño acceso más allá, justamente a la vera de la central eléctrica de transformación. Desde ahí, acarreamos la piragua sobre el carretín hasta la pilastra del nuevo puente, en obras, sobre el Miño, por su misma margen izquierda.
El río a partir de aquí parece que se hace adulto. Más ancho, más pausado, menos agreste... Las tantas horas de paleo hacen que este último tramo lo hagamos más concentrados de lo normal, buscando con la mirada el final de la etapa que se resiste a llegar. Al poco de entrar de nuevo en el agua aparece a la derecha el río Avia que esconde tras de sí las primeras casas de Ribadabia.

Pero nuestro destino estaba un poco más allá y en la otra orilla. Ceñidos a la orilla izquierda, llegamos a Arnoia y dejamos temporalmente el Miño para subir por el río Arnoia, que se va  estrechando poco a poco para formar un espectacular y cerradísimo bosque de galería.
Unos cientos de metros más allá, a la altura de As Podras con un molino recién rehabilitado y donde nuestra piragua empieza a arrascar el fondo, acaba la etapa acuática; aún nos quedaba un rato de etapa terrestre para acarrear la piragua hasta una de las casas rurales del pueblo donde pasamos la noche.
« Última Modificación: 12 enero, 2011, 23:15:37 pm por SantiagoCampos »

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Etapa IVa. 6 de agosto: Arnoia-Embalse de Frieira (16 Km; 3:20h)
« Respuesta #5 : 11 enero, 2011, 18:58:59 pm »
La primera parte de la etapa, hasta el embalse de Frieira discurre plácidamente. El río es por aquí ancho y señorial, y se revuelve en unas cuantas curvas bastante cerradas que le dan al paseo un valor añadido, al aparecerse a cada poco ante el navegante un nuevo paisaje, un marco nuevo de agua, laderas y bosque. Los restos del bosque inundado por el embalse dibujan, en su margen derecha, una especie de laberinto de palos ensartados en el fondo que usan cormoranes y plantas como asiento.
En hora y media, el balneario de Cortegada se aparece en la margen izquierda, de repente, tras el penúltimo requiebro del Miño.Un barco atracado en su muelle o un pastel arrimado al río es lo que parece este pequeño balneario, fechado en 1937 en su fachada, aunque profundamente restaurado recientemente y que aprovecha uno de los muchos manantiales de aguas termales, intensamente olorosas, que vierten sobre el Miño.
Un café en su terraza es un premio por adelantado para el piraguista que no se hace una idea a lo que le espera poco más adelante.

Desde Cortegada al embalse de Frieira hay apenas una hora; en su margen izquierda al lado mismo de la pared, en el embarcadero de uno de los barcos turísticos del Miño hay un perfecto desembarque para continuar la travesía después de superar la mole de la presa.
« Última Modificación: 12 enero, 2011, 23:21:22 pm por SantiagoCampos »

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Etapa IVb. 6 de agosto: Embalse de Frieira-As Neves-Monçao (32 Km; 5:30h)
« Respuesta #6 : 11 enero, 2011, 19:03:24 pm »
Frieira es el último obstáculo humano sobre el río Miño. Desde la pared de esta presa hasta el mar, el Miño ya hispano portugués, discurre por fin libre en sus últimos 60 kilómetros. Y en breve daremos fe de ello, pues nos aprestamos a disfrutar probablemente del tramo más divertido y estimulante de todo el viaje
Porque desde el pie de la presa hasta As Neves, unos 24 kilómetros más abajo, se despliega un tramo de aguas bravas en el que los saltos, los bloques de piedra, los estrechos y las pesqueiras donde antaño se recogían las lampreas que subían Miño arriba, dan lugar a un cauce lleno de rápidos, corrientes y espumas.
Para bajarlo pedimos ayuda de Arrepions (http://www.arrepions.com), y gracias al buen hacer y paciencia de Peitos pudimos disfrutar de un descenso seguro y muy estimulante. Al pie de la presa, donde miles de pequeñas angulas se vuelven locas intentando seguir río arriba lo que el instinto les pide y la ingeniería humana les niega, nos acercamos al río que contemplamos con una mezcla de miedo y estupor: ante nosotros se aparecen unas inmensas olas ansiosas, que escupen bocanadas de espuma en un inacabable rugido que parece querer devorar todo lo que se les acerca. Calzamos nuestra Prijon, calamos los cubres, levantamos el timón a sugerencia de nuestro guía... y nos aventuramos al primero de los saltos siguiendo la estela de Peitos, nuestro ángel de la guarda.

El primer enfrentamiento a un salto de verdad es... no da tiempo a ni pensarlo; el siguiente acojona, porque durante unas décimas de segundo la piragua se cae al vacío y ante mí la espalda de Mai que he contemplado durante todo el viaje, desaparece entre una nube de espumas que nos golpea por izquierda y por derecha. Después de la impresión y de comprobar la impresionante estabilidad de la piragua, vamos perdiéndole el miedo a los siguientes saltos y, lo que nos hubiera parecido un callejón sin salida entre rocas amenazantes, se convierte de la mano de nuestro guía en un divertidísimo descenso.
Gracias a él hemos aprendido que las corrientes no hay que evitarlas... sino buscarlas. Nuestra Prijon se comporta como una experta y a su recién descubierta estabilidad se une una velocidad con corriente notable, lo que hace más rápido nuestro descenso.

En As Neves, Peitos nos deja cuando las aguas se vuelven ya calmas, y nos acercamos solos hasta Caldas de Monçao, en la orilla portuguesa del río. En As Neves viven las náyades del Miño, unos encantadores seres que leen los clásicos griegos, que nos animan a llegar hasta el final de nuestra etapa, en el parque fluvial que hay en la entrada del amurallado pueblo de Monçao.
« Última Modificación: 12 enero, 2011, 23:26:33 pm por SantiagoCampos »

Desconectado SantiagoCampos

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Etapa V. 7 agosto: Monçao-Tui (18 Km; 5h)
« Respuesta #7 : 11 enero, 2011, 19:07:49 pm »
Monçao es un buen lugar para detener el trepidante descenso y, visto lo relajado de la etapa por delante, darse un paseo por sus murallas y tomarse um café para mí, um pingado para el Mai y unos pastéis de nata en alguno de sus numerosos cafés. Además de ciudad termal como buena parte de las que se asoman al Miño en uno u otro lado de la frontera, después de Melgaço (que no logramos divisar el día anterior desde el agua), Monçao es el primero de los fuertes amurallados que aparecen por pares en esta parte de la frontera; en este caso se enfrenta al de Salvaterra, en la orilla española del Miño, más discreto que éste.
Ya tarde bajamos al río, con calma y posamos la piragua de nuevo en el agua ya templada por el intenso sol del mediodía. El Miño corre ahora como trotando, sin la velocidad de los rápidos que saltamos ayer, pero tampoco con la quietud de un río embalsado. Se le nota libre y vivaz a este río, por fin. El cauce se abre y las orillas, cada poco más separadas, se asoman al agua con menos brío, más calmadas y horizontales como habiéndole perdido ya el respeto al impetuoso caudal de antes.

Las últimas pesqueiras, restos de una industria piscícola que debió ser imponente (dicen que a principios del siglo XX había más de 500 entre los dos países), aparecen como espolones de piedra hacia el agua. Un tradicional arte de pesca para la lamprea que sube contracorriente desde el mar para desovar y es, o era, pescada con las nasas que se colgaban desde estas construcciones. Un proyecto de declaración como Bien de Interés Cultural de estas impresionantes construcciones y de su uso tradicional, no se sabe muy bien porqué, está todavía a la espera de aprobación.
A mitad de recorrido, una mancha negra en la orilla portuguesa llama nuestra atención. Se trata de una pequeña playa fluvial convertido en conchero de por lo menos dos especies distintas de bivalvos, la mayoría de ellos agujereados por el certero picotazo de las garzas o las cigueñas que se los meriendan.

El río sigue su fluir tranquilo, sabedor ya de que su destino no puede ser otro que el irresistible
océano que actúa, parece, como un imán para sus aguas.
En apenas una hora aparece a lo lejos la silueta de la torre de Lapela, pequeño pueblito portugués con un área recreativa donde aparcamos por un rato la piragua para comer.
La proberbial amabilidad portuguesa se hace aquí realidad, y además del frugal almuerzo que llevamos encima, nos metemos entre pecho y espalda media docena de sardinas grelhadas, una botella de vinho do Douro y una ensalada con la que nos recibe un grupo que está celebrando una comida familiar ahí mismo... todo un lujo que merece además de la eterna gratitud, una siesta que hace que la etapa, de normal resuelta en apenas tres horitas, se alargue algo más de la cuenta.
El camino hasta Tui se hace tranquilo, acompañados a partir de ahora de los incendios forestales que asolaron esta parte de Galicia y Portugal durante el verano de 2010; el río es amplio y a cada orilla se aparecen pequeños embarcaderos y playas fluviales que hacen que cada vez nos sintamos más acompañados en el viaje.

Pero esa amplitud también hace que se utilice para cargar las panzas de los hidroaviones que luchan contra los incendios, por lo que navegar cerquita de la orilla no es mala cosa si no se quiere
acabar lanzado sobre las cenizas de un eucaliptal.
El club nautico de San Telmo de Tui (http://www.cnsantelmo.com/) aloja nuestra piragua en su hangar, aunque seguramente lo habrían hecho también con similar amabilidad desde el Club Kayak Tudense (http://www.kayaktudense.org) unos pocos cientos de metros aguas abajo del embarcadero del náutico, aunque no nos dio tiempo a comprobarlo.
« Última Modificación: 12 enero, 2011, 23:38:38 pm por SantiagoCampos »

Desconectado SantiagoCampos

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Etapa VI. 8 agosto: Tui-Playa del Muiño (30 Km; 8h). Fin del periplo.
« Respuesta #8 : 11 enero, 2011, 19:10:13 pm »
Tui huele a mar. Es una ciudad interior, señorial, casi orgullosa de su pasado como capital, unida (¿o separada?) por el Miño a la portuguesa Valença do Minho. Pese a ello, las mareas llegan hasta sus pies y ayudan al piraguista en su aventura si ha tenido la precaución de consultar el horario de las mareas para hacer el camino hasta el mar con la bajamar. Pero es el pesadísimo viento el que más dificulta su viaje y que hace que busquemos la orilla para ir lo más posible a resguardo del viento. Escogimos la portuguesa porque el trayecto, a vista de mapa, era ligeramente más breve que en la orilla española, porque la Sagres está bien buena y porque lo luso, qué quieres que te diga, tira.
El río se ha convertido ya en ría. Se abre en un panorama abierto, donde ya no se adivinan ni los paredones de un río atrás encajonado, ni las laderas abruptas cubiertas de densa vegetación. El cielo y el agua son ahora los ingredientes principales del paisaje. Y el viento.

El fondo se va haciendo también marino; bancos de arena se dejan ver en el fondo a pocos centrímetros de profundidad. El camino se va haciendo más incómodo para el piraguista acostumbrado a la quietud del río; las mareas, el oleaje y el pesado del viento de frente embriscan cansinamente las aguas y hacen que parar siquiera unos segundos para estirar los brazos, sea una 'marcha atrás' en el camino.

Superamos Vila Nova de Cerveira y Lanelhas, siempre pegados a la orilla para resguardarnos del viento, y también Seixa, hermosa localidad asomada a la ría con unas casas que parecen querer rendir pleitesía al Minho.
Y llega, por fin, el momento de cruzar de lado. Después de parar a almorzar y tomar alguna que otra cerveza portuguesa, a la altura de Caminha y paralelos a las balizas que marcan la ruta del transbordador que une A Guarda con esta ciudad, nos armamos de valor para enfrentarnos de nuevo al oleaje y al viento, a ese maldito viento que hace que cada metro ganado por las paladas se convierta en apenas unos centímetros de avance...

Pero ahí está. A lo lejos, avanzados ya unos cuantos cientos de metros, cruzamos la línea del ferry y doblamos ligeramente hacia el oeste para seguir casi paralelos a la costa. A poniente se deja ver ya el Forte da Insula, en la islita que echa el cierre a la bocada de la ría del lado portugués.  Unas paladas más y empotramos la piragua contra la arena de la playa do Muiño. Final del trayecto. Final del viaje.
« Última Modificación: 12 enero, 2011, 23:44:56 pm por SantiagoCampos »

Desconectado manel

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Estupenda travesía, la voy a leer poco a poco porque me parece muy interesante y bonita aventura

Gracias por contárnosla y compartirla con todos.

Desconectado josito

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Re:Travesía Sil-Miño: bitácora de un descenso desde El Caurel hasta el mar.
« Respuesta #10 : 12 enero, 2011, 12:49:21 pm »
Gracias por compartirlo. Este es un viaje que muchas veces ha pasado por mi cabeza desde niño, cuando disfrutaba los veranos a orillas del Sil en Soldón. Alguna foto haría mas impresionante el reportaje...

Desconectado SantiagoCampos

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Re:Travesía Sil-Miño: bitácora de un descenso desde El Caurel hasta el mar.
« Respuesta #11 : 12 enero, 2011, 12:54:13 pm »
Gracias, Josito...

Y respecto a la sugerencia de las foticos... esta tarde intento ponerme con ello... que esto de ser nuevo en estos lares tiene su aquel.

Un saludo,

Santiago

Desconectado BSL

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Re:Travesía Sil-Miño: bitácora de un descenso desde El Caurel hasta el mar.
« Respuesta #12 : 12 enero, 2011, 17:26:46 pm »
Gracias por el relato !!

así animas mucho más a hacer esa travesía entera !! yo sólo hice de Orense al mar, y me pareció precioso el Miño....muy distinto del mar....pero igualmente precioso.

Esperaré a ver las fotos de la family de Campos ;-)

Bego.

Desconectado Mistra

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Re:Travesía Sil-Miño: bitácora de un descenso desde El Caurel hasta el mar.
« Respuesta #13 : 12 enero, 2011, 22:32:40 pm »
Precioso este relato. He ido de Monção a  Caminha dos veces. En el futuro voy a conocer el Sil. Gracias y Saludos.
« Última Modificación: 23 enero, 2011, 12:43:11 pm por Mistra »

Desconectado youtoo

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Re:Travesía Sil-Miño: bitácora de un descenso desde El Caurel hasta el mar.
« Respuesta #14 : 11 febrero, 2011, 15:33:39 pm »
Gran viaje y sobre todo muy bien relatado, hoy mismo se lo propondré a mi chica como viaje para este verano.
Saludos
¡Qué tengas un buen día!