Pues os voy a dar una posible causa: esquizofrenia.
Yo fui testigo de algo muy parecido, no en el Niágara pero si en un río muy caudaloso y ancho, en pleno mes de Diciembre con una corriente y una temperatura de agua muy extremas. En este caso el protagonista pudo salir por sus propios medios.
Se me ponen los pelos de punta cada vez que recuerdo aquella situación, mi impotencia para intentar ayudarle, pero lo que más me impresionó fue que varios años más tarde del suceso, la misma persona que estuvo a punto de ser arrastrada por la corriente, y ya a tratamiento psiquiátrico, me preguntó con la mayor naturalidad si me acordaba de aquello añadiendo: "¡qué mal estaba!, ¿verdad, Rafa?".
Se acordaba perfectamente de toda la conversación que mantuvimos aquella gélida mañana y de lo que había hecho, pero parecía no importarle demasiado o tal vez nunca pensó que estuviese haciendo nada peligroso.
Saludos,
Rafa