Y aquí la mía:
Esta edición de la Ruta Fenicia ha estrenado recorrido, hemos cambiado el Mar Menor y Cablanque por el trayecto Mazarrón-Cartagena durante el cual se navega a través de la bahía de Mazarrón pasado frente a La Azohía y continuando bajo los acantilados de Cabo Tiñoso, apareciendo en la bahía del Portús , isla de las Palomas y finalmente Cartagena.
El primer día preveíamos doblar el Tiñoso y pernoctar en Cala Aguilar en la bahía del Portús, terminando el domingo en Cartagena, pero el viento nos hizo modificar los tiempos acumulando mucha distancia el domingo y poca el sábado.
La previsión meteorológica hizo desistir a muchos de los participantes, algunos de los cuales y juiciosamente decidieron acortar la ruta comenzando el sábado temprano en la Azohía con la intención de doblar el cabo Tiñoso antes de que el festival comenzara, así lo hicieron y ganaron en tranquilidad, perdiendo en emoción.
El resto, puntual, partimos a las 09.00 hacia Cartagena dejando el material en Bahía, frente a “la isla”, bajo cuyas aguas se conservan los restos de un barco fenicio. En Cartagena nos esperaba el autobús que nos traería de vuelta a Mazarrón, una bonita y soleada mañana que se fue tornando ventosa al compas del día, y ya a las 11.00 coincidiendo con la salida soplaba fuerte.
Teníamos olas de mar de fondo que ya en la salida rebotaban, apenas 200 metros y guardé la pala groenlandesa, por suerte me llevé una “de repuesto”, desmontable, de carbono y origen Fun-Run que resultó excepcionalmente buena, también mi kayak, un Big Boy cargado hasta la bola que no me dio ni un susto, aquí lo que llevaba dentro:
Sombrilla, silla, colchón hinchable de 15 cms, tienda de dos plazas, inflador de pié, hornillo de gas, 6 litros de agua, comida, termo de café, ropa de repuesto de navegación y de acampada, zapatillas deportivas, bolsa de aseo, cuerdas, cinta aislante, americana y precinto, farol, frontal y bolsa de objetos personales, aparte el material de paleo: dos palas, cubre, chaleco, gorra, gafas, protector, chubasquero, pantalón reed, bañadores…no sobraba espacio pero tampoco iba apretado, en el tambucho de día quedaba espacio.
La pala groenlandesa me va muy bien con un kayak ligero (18/20 kilos), pero si el kayak pesa 23 y llevo 30 de equipaje, la pala clásica me ayuda con este exceso más que la otra, y apoyo con más seguridad en las olas de costado, rebotes, etc.
En lugar de costear apretamos en recto hacia La Azohía, con alegres olas de costado sin problemas ya que la costa estaba lejos y no había rebote, pero al acercarnos a las montañas la cosa cambió y el kilómetro y medio hasta el primer punto de desembarque, Cala Cerrada, nos mostró un paisaje poco esperado. El viento se adelantó ya que se pronosticaba su arranque fuerte a las 17.00 horas, y a las 13.00 ya reinaba.
Paleando a unos 500 metros de la costa y perpendicularmente a la ola era divertido al principio, pero según avanzábamos las olas de rebote chocaban con las de fondo y surgían geisers espontaneos de dos o tres metros que acongojaban el ánimo. A pesar de ir agrupados el estado del mar hacía difícil el control , mirar hacia detrás era costoso, coger la botella de agua imposible, no digamos la cámara de fotos.
Frente a Cala Cerrada no se divisaba con claridad la entrada, cada metro de aproximación nos colocaba en una cadena de olas enormes de fondo que se precipitaban a la roca o se estrellaban con las de rebote. Controlando mucho la trayectoria nos acercábamos a la boca de la cala evitando que las olas nos impulsaran inesperadamente hacia los acantilados. Todos teníamos el mismo pensamiento: “Entraré, supongo, pero ¿cómo se sale de aquí y cómo seguir hacia lo peor?
Nadie, absolutamente nadie, tuvo la menor intención de continuar dado el panorama, así que decidimos pasar el día en esta hermosa zona y doblar el cabo el domingo temprano con el permiso de Eolo.
Cala Cerrada es accesible desde tierra por sendas de cabras a partir de una hora y media de pateo, y existen rastros de sendas que te pueden llevar a sitios maravillosos. Un grupo hicimos una excursión trepadora preciosa a cuyo remate no me atreví a llegar, preferí hacer cumbre en el Tiñoso y asomarme a la bahía del Portús, la cual apareció tranquila como un embalse en contraste con el hervidero que tenía a mi espalda.
La noche la pasamos muy agradablemente, y temprano nos embarcamos de nuevo, a las 08.00 con el mar ya permisivo y sólo el resto de mar de fondo del día anterior. Doblar el Cabo Tiñoso siempre es emocionante, ayer con mas sentimiento dadas las circunstancias del día anterior.
Es como cambiar de planeta, el mar se relaja, baja, es transparente y no hace viento. Bajo la pared del Tiñoso nos deslizamos, ávidos de paleo, en una mañana soleada pero no asfixiante.
Cala Salitrona, Boletes, Aguilar, El Portús…nos vamos encontrando con los grupos que han partido desde Cartagena, desde el Portús, los Dugongos, y tras una última parada y baño llegamos al puerto de Cartagena bastante antes de lo previsto, nada como una previsión alarmante para hacer a la peña andar rápido.
Un arroz estupendo nos esperaba en el Club de Regatas que supuso el final de una travesía muy emocionante en la que tampoco faltó el punto tenso incluyendo ausencias imprevistas y remojones inesperados, y largos. Por suerte bien está lo que acaba bien y hasta la próxima.
PD: Se abre la inscripción para la mejor fotografía DESDE EL KAYAK de la mañana del sábado.