El exceso de confianza es muy peligroso, un problema surge cuando menos te lo esperas. En Julio navegaba desde el faro de Cabo de Palos dirección La Manga al atardecer con el sol de frente, teniendo un reflejo importante a proa del kayak y con el mar despejado. Las boyas amarillas que limitan la zona restringida a embarcaciones a mucha distancia de la orilla, nadie a la vista y sí, me metí por dentro de la línea que excluye a embarcaciones, apenas unos metros. Paleaba muy despacio, por suerte, y de repente a dos metros de mi proa veo moverse en el agua unas gafas de sol y una nariz de una señora que estaba flotando tranquilamente. Justo en el momento que yo canteaba a tope y timoneaba, la señora dió una mini brazada de espaldas. Me volqué y la proa del kayak - de madera- la despeinó.
No me quiero imaginar lo que hubiera podido pasar por diferencias de uno o dos segundos. Me culpo por ir dentro de la zona de exclusión, y una vez dentro de no ir lo suficientemente atento. Sucedió los mismos días que el fatídico accidente en Canarias cuando una tabla degolló a una submarinista y lo cuento porque "me persigue" lo que me sucedió y me ha valido de mucho, quisiera que a otros también.