Pues he encontrado Valmayor muy alto (los datos oficiales dicen casi un 93%) y ha debido estarlo aún más hace poco. El pantano gana mucho con más agua. Para empezar, se nota y se agradece el porteo más corto desde el coche y hay más recovecos en los que meterse, pasos entre los bolos de granito que se hacen posibles y buena parte de la basura de las zonas chungas está tapada o movida.
He salido más bien tarde, a la una y media, esperando a que levantara la niebla. Tenía que haber pasado y haberme ido antes, porque, en efecto, la niebla se ha alzado, pero también un viento que ha ido creciendo y ha llegado a molestar un poco.
En cualquier caso, al llegar, Valmayor estaba bonito y no había casi nadie (algún pescador y algún paseante). Se nota el frío. La carpas se han ido al fondo. De los montones en la superficie a las que iba asustando en el otoño, hoy no he visto ni una.
He tirado hacia el brazo donde entra el Aulencia, metiéndome en todos los sitios nuevos. Había pájaros, sobre todo ánades reales, cormoranes, fochas y gaviotas (de tres marcas: reidoras y patiamarillas y alguna sombría), pero me parecía que en poca cantidad. Ha resultado que en realidad había montones, pero estaban muchos juntos a resguardo del aire en el brazo del Aulencia. Nos hemos encontrado de golpe al doblar yo una punta. Por un momento, he estado literalmente envuelto en pájaros y con tanto cormorán y gaviota casi parecía la costa. Además, a esas alturas, el viento había arreciado, había micro-olitas de estas de 10-15 cm (molestas) y hacían ruido al golpear la orilla.
He seguido por el brazo, disfrutando de la calma de la zona protegida, levantando un bando de ánade friso y algunas cercetas y contemplando un buitre negro volando sobre las dehesas de al lado hasta que los árboles me han impedido seguir. Protegido por completo del aire, he aprovechado para comer algo. Al volver a abierto, el viento y las olitas habían ido a más. Había hasta algún borreguito. Desde luego el INM, acertó bastante con el tema del sol y la temperatura, pero con el viento, poco. Esto desde luego no soplaba a 7 km/h y no venía del NO (más bien justo lo opuesto).
La micro-ola, por la aleta ahora, resultaba incómoda, así que he optado por cruzarme a buscar resguardo a la otra orilla. Ha resultado bien. Durante unos 10 minutos me he felicitado por la astuta decisión, contemplando alternativamente la sierra (con menos nieve de la que esperaba, pero aún así bonita) y los rizos en el resto del embalse desde el agua tranquila por la que paleaba. Luego, viendo que ya no hacía daño, el viento ha parado y yo me he animado a seguir un poco más. Gracias al nivel alto, he podido explorar otro pequeño brazo, nuevo para mí, lleno de árboles sumergidos y de patos refugiados en ellos. Hemos estado jugando un rato al escondite. Luego, he continuado hasta el final del pantano, a ver si algún bicho interesante se había descolgado desde el cañaveral del embalse de Los Arroyos, hasta tocar (literalmente y de nuevo gracias al agua abundante) la presa. No ha habido suerte. Esta vez no había avetorillo, así que me he vuelto al coche. En total, 3 horas y unos 18 km.
Ya véis, nada especial, pero he pasado un buen rato.
