Cuando los clientes empiecen a denunciar estas prácticas, seguramente tengan más ojo para evitar esos fallos.
Porque, desde luego, es denunciable, al igual que lo era la publicidad engañosa.
Lo que pasa que, el que se da cuenta, sencillamente se lleva el que finalmente le interese ( y se olvida de complicarse denunciando o aportando ese error a información), y el que no se da cuenta y quiere ahorrar pues se lleva el grande, por el que le tangan, y él cree que ha ahorrado.
Y la compañía, se sale con la suya, tanga a los incautos.