La piel del kayak; amiq“...En aguas incansablemente barridas por las tormentas y fuertes olas, la piel de foca barbuda parece ser la única capaz de soportar la fuerza de las olas. Las sagas hablan de grandes cazadores en tales regiones.
Los habitantes de Nunakuluut, donde la costa Oeste forma un ángulo con la bahía de Qaqortoq, son conocidos por sus capaces e intrépidos kayakistas. El mar allí es tormentoso. Las olas del océano Atlántico rompen con toda su furia y el túnel de viento de 1.000 km de longitud que supone el estrecho de Davis para los vientos del norte a menudo produce olas crueles. Los grandes cazadores que se atreven a palear más allá del abrigo de la costa preferían la piel de la foca barbuda a ninguna otra.” (H. C. Petersen 1986, 30)
Tradicionalmente en Groenlandia se utilizaba exclusivamente piel de foca para cubrir los kayaks. Aunque dependiendo de las zonas podía variar la especie concreta de la que obtener la piel, la más comúnmente utilizada para estos menesteres era la foca arpa y más en concreto, la piel de primavera del ejemplar adulto, un animal que podía pesar 130 kg y medir 1,70 m y que era capaz de sumergirse hasta los 275 m de profundidad y permanecer bajo el agua hasta 15 minutos. En los distritos más sureños también se utilizaba la piel de foca narizona o foca de casco cuyos ejemplares adultos podían llegar a pesar 400 kg y medir 2,6 m. Bastaban dos ejemplares para cubrir un kayak, pero su piel era menos apta para el kayak; los folículos capilares son tan gruesos y profundos que el agua podía filtrarse.
A principios del siglo XX la población de focas cayo drásticamente. La foca arpa comenzó a escasear. Muchos cazadores no podían conseguir pieles suficientes o si lo hacían, estas habían adquirido un precio tal que ya no compensaba utilizarlas para cubrir el kayak. Harvey Golden, en la página 74 de su KOG cita a varios autores para enumerar los inconvenientes de la lona:
“... es más vulnerable y tiene una mayor tendencia a descoserse o a romperse y es más difícil de reparar en una emergencia. Al no ser elástica, la lona no responde a los movimientos de la estructura de madera ...” (Scavenius-Jensen 1975:24).
“... la lona, siendo menos fuerte que la piel de foca no resiste el raspado de la primera capa delgada de hielo marino que se forma a principios del invierno.” (Ken Taylor 1960:495.) Ninguno de esos argumentos tuvo el suficiente peso. La lona salía a mitad de precio. No es impermeable pero unas manos de barniz, normalmente teñido de blanco por razones de camuflaje, bastan para impermeabilizarla. La tradición de cubrir los kayaks con piel de foca se había perdido para siempre.
Quizá precisamente por eso, porque es una tradición que se ha perdido para siempre, merezca la pena pararse un momento para ver en cierto detalle, de la mano de Petersen y con la ayuda de Golden y otros, las técnicas que se utilizaban.
Tanto el trabajo de curtir y preparar las pieles como el de colocarlas sobre la estructura y coserlas era fundamentalmente cosa de mujeres. No por esto deberíamos prejuzgarlo como una tarea menor o sencilla. Al contrario, se trataba de un trabajo de gran responsabilidad y dificultad técnica para el que se requerían manos expertas, tan expertas al menos como las que se requieren para el resto de los trabajos que afectan a la fabricación de un kayak. Es más, puede que de todos esos trabajos este sea el que implica un aprovechamiento más asombroso e inteligente de los escasos recursos con los que estos pueblos contaban.
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[/float]Tras rasparlas con un
ulu (el cuchillo de las mujeres) para quitarles los restos de grasa, sumergían la pieles durante varios días en un baño de orina. Después las frotaban con cenizas de brezo u otro tipo de leña y luego las raían con un cuchillo romo para arrancarles el pelo. En algunas zonas las pelaban con los dientes sin necesidad de frotarlas previamente con ceniza o en ocasiones las afeitaban literalmente con un
ulu bien afilado. Tras esa serie de procesos enjuagaban la piel en agua del mar y la colgaban a secar a la sombra. Una vez secas las guardaban en lugar seco y fresco.
Si la piel cogida en el otoño no había de usarse hasta la primavera siguiente, la embadurnaban en sangre después del aclarado en agua marina, la enrollaban y la colgaban en el exterior donde permanecía congelada. En ocasiones también se untaba en sangre la piel nueva de un kayak para retardar el tiempo que tardaría en saturarse de agua una vez en uso. La piel seca y rígida tenía que permanecer empapada en agua del mar durante unos diez días antes de ser utilizada. No se podía cubrir un kayak hasta que la piel era completamente suave y elástica, de lo contrario al mojarse se aflojaría y haría chasquidos en el armazón inutilizando el kayak para la caza.
Siempre según Petersen, los meses de Agosto, Septiembre y Octubre, conocidos como los meses
“en que se cubren los kayaks,” eran los preferidos especialmente para renovar la piel de estas embarcaciones. En la zona de Sisimiut los cazadores aprovechaban para estos menesteres los encuentros que se celebraban en pleno verano en Taseralik, en la boca del fiordo Nassuttoq,
“a las que acudían muchas mujeres expertas.”Antes de colocarlas sobre el armazón era necesario coserlas unas a otras para crear una piel única con la que cubrir el kayak. Escoger y cortar las pieles para luego unirlas entre si era un trabajo muy delicado en el que se requería experiencia. Una mujer experta era capaz de cubrir un kayak con tan solo tres pieles pequeñas y ahorraría trabajo a las costureras. Una mujer inexperta sería incapaz de hacerlo con pieles grandes y sería causa de un trabajo extra para las costureras obligándolas a coser más parches o pequeñas piezas de remate.
Para las diferentes costuras se empleaban tendones de animales que se trenzaban en tres grosores diferentes. Los más gruesos se usaban en zigzag para tensar la piel; 5 brazas para la proa y 4 para la popa. Para las costuras interiores se empleaba un trenzado más fino y otro todavía más fino para las costuras exteriores. Estos últimos se trenzaban en longitudes de una braza.
Al igual que con los tendones trenzados también se empleaban diferentes costuras según la finalidad que tuvieran, pero todas ellas tenían en común que, tal como se ve en el dibujo, para evitar filtraciones las puntadas no podían traspasar simultáneamente las dos solapas. No podemos olvidar aquí que la piel tenía un grosor de 2 a 3 mm.
Para la unión de las pieles se usaba una costura de más o menos un dedo de ancho. En el dibujo aparece con nombre de transversal. Además de colocar la piel en el armazón cuidando de que el solape quedase hacia atrás en el kayak, la costura interior solía dejarse ligeramente floja mientras que la exterior se cosía tensa. Con esto se pretendía evitar la formación de crestas o protuberancias en la piel que pudieran suponer un obstáculo al suave discurrir del agua en torno al casco y ser motivo de algún ruido al navegar.
La piel se dejaba un palmo más corta que la longitud del armazón. En cada extremo se cosía un pequeño fondo de saco o bolsillo usando el pulgar como horma. Se colocaba el kayak boca abajo y un extremo se introducía en uno de los bolsillos. Luego se estiraba la piel sobre el armazón hasta conseguir enganchar el otro bolsillo en el extremo contrario. Después se estiraba la piel hacia los lados hasta que alcanzaba las bordas. Se daba entonces la vuelta al kayak y se seguía estirando la piel hasta que las partes más anchas se tocaban en el medio de la cubierta. Entonces comenzaba el proceso real de estirar la piel,
tuunneq. Esta tarea, que dejaba llagas en los dedos y unos característicos frunces en la cubierta era prácticamente la única en la que el hombre colaboraba. Empezando a la altura del primer travesaño, un poco a popa de su borde trasero, se daba la primera puntada con el
tuussutit, el cordón más grueso de los tres. la siguiente puntada se daba en la otra solapa avanzando un palmo de distancia hacia el centro del kayak y la siguiente de nuevo en la primera solapa. De este modo el tendón trenzado discurría en zigzag entre puntadas de un dedo de anchura que se daban junto a la cara interior de las bordas teniendo mucho cuidado de que no traspasaran la piel. A partir de ahí el tensado se repetía una y otra vez estirando la piel con una mano y el hilo con la otra.
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[/float]En el centro de la cubierta se empleaba una costura doble. Se empezaba por un extremo y no importaba que fuera recta o no. Sí era importante que el cordón en zigzag siguiera tenso durante todo el proceso y los bordes de las solapas debían cortarse una y otra vez para mantener la distancia correcta. Si en alguna zona las solapas no alcanzaban a tocarse simplemente se dejaba el hueco y se continuaba con la costura. Más tarde se cubría con un parche.
En el dibujo se ven dos tipo de puntada empleada en la costura central. La costura plana se considera menos impermeable que la abultada pero esta última presenta el inconveniente de que es más difícil mantener la cubierta libre de hielo. Aunque Petersen defiende que una mujer experta conocía las distintas costuras y sus ventajas e inconvenientes, Golden mantiene, apoyándose en otros autores, que la elección de un tipo u otro era más una cuestión geográfica. La costura plana según él era característica del suroeste, sur y este de Groenlandia.
Por último, finalizadas todas las costuras y tras haber instalado la brazola de la bañera, toda la piel se untaba con grasa o aceite prestando especial atención a las costuras que se frotaban con aceite de foca para impermeabilizarlas. La piel así tratada quedaba protegida contra la acción del agua del mar y mantenía mejor la tensión.
En un kayak bien cuidado la piel podía durar hasta tres años o más; si el mantenimiento no era tan cuidadoso o el kayak se usaba con mucha frecuencia podía ser necesario cambiarle la piel incluso dos veces al año.