A mí ninguna de esas cosas, al menos con la importancia o el ansia que me supone el hecho de llegar a a lugares remotos, no por lejanos, sino por inaccesibles, poco transitados o poco vigilados.
En la cumbre estaría llegar a islas no habitadas, no importa el tamaño.
Lo que disfruté cuando desembarqué en la Lobeira Grande no tiene precio
http://kayakcaboprior.blogspot.com.es/2012/09/circular-cee-lobeira-grande.htmlLas islas Cíes otro tanto, pero éstas ya están más que vigiladas.
No sé, quizá tenga sangre en mis venas del famoso Robinson Crusoe

Quizá más que kayakista me considere explorador o aventurero, a mi manera, claro.
Luego estaría el control de mi kayak, en toda situación que te encuentres, de ahí los gustos por meterse en cosas con cierta dificultad, corrientes, olas estáticas, surfeo, etc ... así como prácticas de rescates y demás técnicas varias.
Ver fauna, y flora, que de otra forma casi no podrías apreciar.
El hecho de que sea un deporte sin necesidad de motores, en grandes espacios y en completa armonía con la naturaleza (si nos olvidamos de las quimicadas con las que se fabrica mucho de nuestro material, empezando por el kayak)