Paseaba tranquilamente por el Mar Menor en las horas previas al atardecer, con el sol bajo. En la lejanía diviso algo flotando en el agua que se agitaba de vez en cuando. Al acercarme descubro a una gaviota luchando por su vida enganchada a un señuelo de pesca. Una potera le atravesaba el pico y otra una pata, esto obligaba al animal a tener la cabeza sumergida en el agua y con grandes esfuerzos la sacaba de vez en cuando para respirar.
Ayudándome con la pala logré subirla a cubierta. Me tomé unos segundos para meditar, si el pájaro aleteaba podría yo también acabar pinchado en los anzuelos, parecía saber lo que ocurría y se quedó muy quieta. Comencé a tratar de liberarla de su trampa mortal, primero el pico y luego la pata.
Cuando se sintió libre saltó al agua, no sin antes darme las gracias con un buen picotazo en la mano, supongo que es lo indicado en lenguaje pájaro.
Mas tarde, ya anocheciendo, cuando me acercaba a la costa de regreso, una gaviota voló en circulos sobre mí acompañándome un buen rato. Me gusta pensar que se trataba de mi amiga para darme las gracias.
El cielo rojo, las luces de los edificios brillando en el mar oscuro, sin oleaje, en total calma......dejé de remar y permanecí quieto, relajado, atrapando el momento en mi memoria.
Cayó la noche pero no quería salir del agua, solo respiraba profundo....y buscaba excusas para no llegar a la playa.
Remaba sin querer avanzar....


