Continué navegando hasta las balsas buenas, me até y pude comprobar que Alberto no hacía más que sacar jureles y besugos unos tras otro.
Alberto pescando besugicos.


Yo solté mis plumas, pero en los 15 minutos que estuvimos atados, no saqué ni un pescado, creo que estaba más pensando en como le iría en la vuelta a los otros dos, que en lo que estaba haciendo.
Le dije a Alberto que nos fuéramos, nos soltamos y nos fuimos paleando juntos.
A la altura de la playa del Gorguel, nos despedimos y Alberto salió.
A mí me quedaba una media hora de paleo hasta Portman, cambié el señuelo ( pese al mal tiempo y el oleaje ) y me puse a palear.
La ola me venía de popa y había " borregos ", algunas de ellas rompían en medio del mar, e incluso a mí me rompieron algunas encima de la cubierta, je, je.
Las olas me iban dando pequeños empujones ( no surfeadas ) y me gustaba mirar hacia atrás, porque es cuando se veían los " cavallones " que se formaban entre ola y ola.
No tengo material multimedia de este ratico, porque hubiese mojado la videocámara, pero me lo estaba pasando en grande, porque con los patitos voy como si fuese en la montaña rusa, je, je, ¡¡ que guay !!, ¡¡ arribaaaaa !!, ¡¡ abajooooooooo !!, ja, ja.
Pronto se me quitaron las ganas de reirme, cuando el salitre de las gafas, me dejó entrever que en la orilla, las olas rompían con fuerza.
Ohhh ohhhhh ( pensé ), en fin … vamos a acercarnos e investiguemos la situación.
A 200 metros de la orilla la cosa asustaba un poco, encima las olas que me estaban divirtiendo, venían más altas y ya no me reía tanto.
Busqué en la orilla la pequeña playa por donde salí con Vicente por la mañana, pero las olas rompiendo no me dejaban localizarla, tomé como referencia un pequeño cabo con peñascos que separaba las dos playas y puse rumbo hacia él.