San Isidro (15 de mayo) cayo en jueves y propició un bonito puente aquí en Madrid. Así que aprovechamos y tiramos hacia Cabo de Gata, San José en concreto. Comprobación de que las predicciones de la meteo son benignas (poniente F2-F3, y algún momento de F4), mensajes a los amigos Pepin y Emi que producen planes para el sábado 17 y Creus a la baca...
El viernes 16 no me puedo contener y entro al mar en Mónsul no muy temprano. Bautizo de Mediterráneo para mi palote groenlandés. Sol, airecillo, y agua como un cristal. La idea es palear primero hacia el este, quizá hasta El Dedo, dar la vuelta y tirar luego hasta San José con el viento a la espalda. Unos 12-13 km. En la práctica, paleo tranquilo entrando en todos los rincones que voy viendo. Como cambia la costa desde el mar. Con el discurrir del día, el viento va arreciando la ola crece y cuando llego a la Punta Negra no me animo a doblarla. Doy la vuelta y, la verdad, prefería el viento y la ola de proa... Lo que se ve más allá de Mónsul no me termina de convencer y voy solo, así que me bajo. Al final, 5 km, pero eso sí, de costa preciosa, lo que, aquí en Cabo de Gata no es noticia. Un rato agradable.
EL sábado por la mañanita nos reunimos en La Luna, en San José, Emi, Pepín, Leo y yo. Tras algún café rápido, cargamos mi barco y salimos hacia La Isleta del Moro. El plan es poner rumbo noreste, sin prisas y disfrutando a conciencia de lo mucho (muchísimo!) que esta costa tiene que ofrecer, y llegar hasta Las Negras o, si hay ganas y el mar deja (la previsión es buena), seguir hasta Agua Amarga.
Barcos al agua y gracias a la gentileza de Pepín, pruebo la Skua. Poco tiempo, sólo mientras los demás ultiman detalles, pero me gusta (poca sorpresa aquí). Desde mi inexperiencia me parece un poco (sólo un poco) nerviosa al principio pero muy estable en movimiento y al cantear (me recuerda un poco las sensaciones del tradicional de Xabier L). Rápida y, sobre todo, que surfea sin que te des cuenta. Llega la ola y la impresión es que el kayak quiere irse con ella. También compruebo la diferencia que supone una orza extendida cuando quieres girar...
Cada uno ya en su barco, salimos. Comprobamos que, por circunstancias diversas, la
documentación gráfica va a tener que correr a cargo de una cámara de 5 € del Lidl que trae Leo (habrá que escanear los negativos para tener las imágenes en formato digital: gracias!). Es lo que hay.

La proa apuntando a la torre del Cerro de los Lobos no debería llamar a engaño. En realidad, seremos fieles a nuestro propósito, evitaremos líneas rectas y lo que haremos durante toda la travesía será más bien esto:



Es decir, disfrutar de cada recoveco, jardín de rocas y cueva a la que buenamente podamos acceder. Pepin se supera como guía y tranquilamente avanzamos. Cala de los Toros, Mirador de la Amatista y el final de un barranco en sus inmediaciones...
Poco a poco el poniente arrecia y la ola crece. Nos suele venir por la aleta de estribor o directamente por popa. De vez en cuando, cae alguna surfeadilla y nos acercamos a la Punta de la Polacra. El mar sigue razonable y nos deja pasar sin problemas entre "el percebe" y la costa. EL sitio, que conocía por fotos, supera de largo mis expectativas.

Y el nivel no baja (ni lo hará en toda la travesía). Acantilados de colores diversos, ejemplos de libro de texto de geología de cosas como la disyunción columnar del basalto, cuevas... Cala del Carnaje, Cueva del Bergantín...





El carrete de la cámara se acaba según llegamos a El Playazo en Rodalquilar. Lo que venga, para la memoria.

En un recoleto rincón entre las rocas de su extremo oriental hacemos una paradita. Picamos algo y seguimos. Este tramito de costa hasta Cala Cuervo sí lo conozco en kayak. La enorme Cueva de Las Palomas vuelve a impresionarme. Cala Cuervo y Las Negras llegan enseguida y, aquí, rumbo al Cerro Negro, encadenamos las mejores surfeadas del día. Espectaculares algunas a cargo de Pepín y su Skua.
Nos econtramos con ganas y decidimos seguir hasta Agua Amarga. Pronto es otra vez costa a descubrir desde el mar. A Cala San Pedro he llegado varias veces por tierra, pero a partir de aquí, salvo una visita puntual a Agua Amarga, empieza una zona del Parque Natural que no conozco. No desmerece, más bien lo contrario. En Cala Chumba, los acantilados de color claro y en extraplomo forman una especie de techo sobre un pequeño jardín de rocas. Paramos a su resguardo y desde las repisas se alza un halcón peregrino. Es uno de los apreciados halcones que los cetreros medievales llamaban baharíes (en árabe: marineros o marinos) por habitar estos acantilados costeros. Lo contemplamos un rato. No parece muy grande. Proabablemente es un macho (el tercel de los cetreros, por pesar un tercio menos que la hembra). Doblamos otra punta y en Cala Puente, una gran bóveda de basalto negro con un arco de roca a su derecha, ya nos quedamos sin palabras. Puede ser el "momento" de un día lleno a reventar de ellos.
Cubrimos el tramo final hasta Agua Amarga y desembarcamos para que nos recoja el amable apoyo en tierra. Han sido 23 km de costa espectacular en compañía de gentes como Pepín y Emi. Con la esperanza de días asi, me metí yo en esto del kdm... (se nota en el ladrillo, no?)
Quiero decir: no. Todo horrible. Un muro de torres de apartamentos y un basurero infecto y Emi y Pepín gente chunga, chunga. No vayáis.
