Aupa Nan. Te creo, y tienes suerte de que tu novia te haya esperado pacientemente, aunque asustada. Si te sirve de consuelo (mal de muchos... epidemia), yo salí el sábado pasado de Zierbena, un pequeño puerto en Bizkaia. Había pasado lo que fuera que fuese, y los pronósticos daban un momento de bondad eólica, vaya que no iba a haber demasiado viento. La olas bajaban de los siete a parámetros negociables, y con tal previsión, tomé mi prowler y me hice a la mar. Salí de la protección del puerto, y al avanzar unos 10 minutos, comprobando que las olas eran mayores de lo que decía el "parte", decidí virar a puerto. En esos momentos, una serie importante, no la quise ver demasiado bien, llegó a donde estaba. Si alguno recuerda los picapiedras y cómo se movían los troncomóviles, verá con toda realidad cómo se movía mi pala. Al final, logre pillar la cola de la ola y surfee, con suerte, hasta poder acercarme lo suficiente a aguas más "tranquilas". Entré rápidamente a puerto, bajé del kayak, me cambié como que no pasaba nada, y lo dejé en su sitio. Al llegar a casa, donde, por imprudencia, no había dicho nada, mi mujer no dijo nada, porque lo comprende todo, que dice la canción. Bajar las orejas y alegrarte de estar en tierra.
No suelo hacer demasiadas tonterías, alguna hago pese a mi edad, pero aguantaré el "gorila" hasta que las condiciones sean óptimas.
Bueno, esta semana lo han sido y ya he entrado, eso si, con cuidadin.