Bueno, de vuelta ya en Cantabria, queda el recuerdo de un día algo gris, pero con un mar estupendo, una temperatura casi estival y la gozada de poder costear pegados a los acantilados en unas aguas tan transparentes y limpias como las de Moraira.
Una lástima no haber coincidido con mas compañeros y un lujo contar con la compañía de Pablo, con el que disfrutamos de una jornada de paleo tranquilo y conversación agradable.
Algunas fotos:





llegando a la cala Granadella, donde almorzamos y paramos unos minutos:

Un día para repetir, que culminamos con un arroz a banda exquisito, a pié de playa y de un mar que parecía un espejo.
Un saludo a todos.