Esta edición de la Ruta Fenicia 2014 ha contado con una participación modesta como resultado del fuerte mar de la pasada travesía, es un hecho que se repite regularmente.
Partimos un grupo inferior a 30 personas, puntualmente a las 11.00h desde Bahía, Mazarrón. Increíblemente todos –especialmente todas o casi-los asistentes fueron considerados y a las 09.00h. ya salíamos en caravana hacia Cartagena donde nos esperaba Anto y el patrón de la embarcación neumática que nos acompañó durante todo el recorrido.
La jornada del sábado nos mostró la cara meteorológica opuesta a la del año pasado: un mar de escándalo, calorcito, agua transparente y calmada que nos permitió costear sin esfuerzo los doce kilómetros hasta la Azohía, pasando por la bonita Isla Plana.
A Cala Cerrada llegamos los primeros antes de las 14.00h, los últimos apenas una hora después ya que estuvieron tensando los timones en un chiringuito de La Azohía. Y calor, calor… los de fuera se sorprendían de que algunos locales sacáramos las sombrillas de los tambuchos, a los 15 minutos nos envidiaban y buscaban refugio del Lorenzo en una cueva cercana.
Allí hicimos la comida fuerte y nos bañamos a placer en un agua increíblemente limpia y fresquita cobrándonos venganza del año pasado.
Salimos como a las 16.00h paleando dulcemente pegados a los acantilados, bajo el arco, Cabo Falcón y sin quererlo doblando Cabo Tiñoso, una bañera…
Hicimos unos 3 kms. Hasta la siguiente parada en una cala sucia pero donde queríamos aprovisionarnos de madera de arribadas del levante, que no la hay en otras calas y que nos ofreció un fuego-barbacoa-tertuliano digno de recordar, muy equitativo porque hubo humo para todos.
Llegar a Cala Aguilar a las 18.00h, montar tiendas, merendar, comentar, encender el fuego, charlar, comer, beber, reír, beber, reír, hablar…salió la luna llena y cada cual a su hora, a su tienda, yo fui el último-creo-.
Durante la noche se levantó el viento que nos despertó temprano, encañonado en el barranco previo a la cala, las tiendas querían volarse y era complicado desmontarlas y plegarlas. Había una sensación de premura en bastantes palistas por la posibilidad de que el viento subiera y nos fastidiara el tirón de 15 kms. Hasta Cartagena.
Nos vino de frente todo el camino pero pudimos resguardarnos aproximadamente dos tercios del mismo pegaditos a los acantilados, pero cuando doblábamos a mar abierto las ráfagas querían quitarnos las palas de las manos. Algunos optaron en función de sus reservas por quedarse en El Portús para ser recogidos posteriormente, sabia elección.
Pero nos dimos un último baño a escasos kilómetros de Cartagena en unas aguas turquesas rizadas por el viento de tierra, y antes de las 14.00h estábamos sentados comiéndonos el arroz que generosamente nos brindó el Real Club de Regatas de Cartagena, del que somos los parientes pobres y agradecidos.
En resumen, una ruta tranquila, amigable, íntima, un reencuentro para muchos de Murcia, Alicante, Cádiz, Madrid, que últimamente nos encontramos sólo esta vez en el año.