Hace algún tiempo que quería decir algo sobre la Spartan; y es que lo que inicialmente quiso ser un barco para “el resto” de la familia se convirtió durante todo el verano y por méritos propios en el barco de “toda” la familia”. He salido con este kayak prácticamente todos los días del mes de agosto y la mitad del de julio, probándolo en condiciones de fuertes vientos, mar de fondo y olas de rebote, y su comportamiento no ha hecho más que sorprenderme gratamente. No es ya su facilidad para las maniobras y esquimotajes, ya comentados, sino la frescura y agilidad con la que navega. Que es un kayak rápido fue la primera sensación que tuve, compartida por otros usuarios. Me imagino que será por su escasa manga, su corta eslora y su bajo peso el que tenga una arrancada que parece superior a la de sus hermanos mayores. Incluso en travesía no pierde la comba de éstos; y es que la eslora y la forma del casco no debieran tenerse por los factores determinantes de la velocidad de un barco, ya que hasta los 3-4 nudos, -nuestra velocidad ordinaria de travesía- parece resultar más relevante el factor fricción (
http://agkm.foroactivo.com/kayak-tradicional-f3/aumenta-la-familia-t130-30.htm#1649), lo que explicaría esa agilidad y rapidez de mi querida spartan.
Pero fue este fin de semana cuando mejor y más intensamente sentí la navegación en kayak. Había quedado con los amigos de Redes para cruzar la Marola, un acantilado a mar abierto que separa la ría de Ares de la de Coruña. Presidida por la isla del mismo nombre y marcada por una veta de cuarzo llamada “seixo branco”, la Marola recibe durante más de cuatro kilómetros el embiste del océano atlántico, diciéndose en la zona que“quien pasó la Marola pasó la mar toda”. Y precisamente para comprobar su comportamiento en un mar de verdad, decidí llevármela conmigo. En la Marola había suficiente mar de fondo (unos 2 metros), acrecentado por las olas que rebotaban del acantilado, y mar de viento del noroeste. Y era con ese mar con el que la quería testar. Y para mi sorpresa el barco siguió navegando muy ágil y rápido, sin pantocazos, con tendencia a clavarle la proa a la ola, para seguidamente emerger con fuerza y deslizarse rápidamente por su cresta, pero respondiendo en todo momento a las indicaciones del cuerpo para corregir su rumbo o desclavar la proa. Creo que ha sido la vez que más fuerte he tenido la sensación de unión con el mar, de no tener barco, sino un traje, una ropa para andar en el agua, un auténtico kayak de mar. Continuamente veía la cubierta barrida por el mar, casi sumergida en él, y pese a ello el kayak no se veía afectado en su estabilidad ni en el control de la navegación. Me imagino que ha de ser lo más cercano a un SOF tradicional y lo he disfrutado con una intensidad que hasta ahora no había tenido con sus hermanos mayores. En mi opinión, la Spartan es un auténtico kayak de mar, un kayak para disfrutar en el agua sin complejos, e incluso con cierto aire de exclusividad. Cierto que en las empopadas, me imagino que por su corta eslora y escaso arrufo, tiende a clavar la proa; pero, a la contra, proa al viento apenas le opone resistencia. Tampoco lo bajo del puente delantero presenta problemas de comodidad: la primera vez se me hizo extraño, un poco escaso, pero al poco las piernas se adaptan perfectamente y mis talones agradecen enormemente que el barco se dirija con las rodillas y los muslos permitiendo navegar durante horas sin notar cansancio. Los tambuchos estancos. La capacidad de carga suficiente para las travesías acostumbradas. Incluso por sus medidas, la transporto sin placa. Quizás, puestos a pedir, modificaría el reborde de la bañera, rebajando más su altura hasta dejarlo en línea con la cubierta trasera, facilitando más todavía los esquimos y recuperaciones, pero poco más.
Dicen por ahí que la cigüeña anda a vueltas con un hermanito mayor; espero que el crecimiento de la eslora permitan conservar tanto su escasa manga como su poca altura, para que siga transmitiendo las mismas sensaciones que esta fenomenal spartan.
