La meteorología ha sido la estrella invitada de nuestra última quedada en Cabo de Gata, responsable de multitud de cambios en el planteamiento y actividades de la misma. Particularmente tenía la intención de acudir con toda la familia y una caravana prestada por mi hermano, la teníamos lista, las instrucciones claras e incluso con la matrícula puesta.
Con el qajaq y la Spartan cedida por Javier Dlp cargadas en el coche y el equipaje listo me fui el viernes de cena laboral y en la cama a las 03.00, y mojado. Me desperté un poco malito a las 05.30 y supe que ya no podría conciliar el sueño de nuevo, así que una ducha y un café y a las 06.00 ya estaba en la carretera, a las 08.30 en el camping.
Durante el viaje llovió con fuerza y al entrar a la provincia de Almería amaneció, la lluvia paró y dejó paso al ventarrón que en la autovía no se apercibía al llevarlo “de popa”. Una vez que cambié la dirección por las estrechas carreteras del parque ya notaba el bamboleo de los barcos en la baca, los escasos árboles, palmeras y pitas se inclinaban alarmantemente, los ciclistas se veían obligados a bajar de la bicicleta y caminar a su lado. Las nubes bajas tapaban las testas de las cónicas y verdosas colinas del parque y se notaba una sensación de aplastamiento en el ambiente, una extraña combinación de cielo tormentoso sobre el desierto almeriense.
Ya no están los cuerpos para tanta guerra, y lo pagué durante toda la mañana en la playa de San José observando a la peña enfrentarse a las grandes olas y rachas de viento tremendo, mientras desde la orilla y con sabor metálico en la boca ni ganas tenía de ponerme el traje de faena.
No se podía salir del cobijo de la bahía por la gran fuerza del mar pero eso proporcionó unas características de ola perfectas para la práctica del surf, esquimos y apoyos inolvidables. La gente se envalentonó y probó los barcos de uno y otro, la Spartan tuvo mucha aceptación, los kayaks de travesía se metían entre la espuma como alfileres, no se llegaba a ver ni un trocito del casco y apenas la punta de las palas, muchísimos vuelcos y esquimotajes notables.
Los que llevaban barcos específicos para olas disfrutaron como nadie, también Alejandro llevó algunas autovaciables muy estables con las que practicar por su estabilidad, también las que mas espectacularmente daban la vuelta cuando, mar adentro, les sorprendía la pared de la ola poniéndolas erguidas totalmente hasta hacerlas voltear.
Después de la mañana se formaron diversos grupos, el mas numeroso en el que me encontraba nos fuimos al restaurante italiano de “La Mamma”, una señora italiana de película que nos agrupó para ofrecernos buenas pizzas y platos típicos italianos a muy buen precio.
Por la tarde y después de un breve descanso el grupo ocupó la piscina del camping para practicar maniobras y esquimos, hay que destacar la amabilidad del personal por permitirnos meter nuestros barcos (y lo que en ellos iría) dentro de una piscina impecable y grande. También me gustaron mucho los bungalows, cómodos y equipados con capacidad de hasta cinco personas: dos dormitorios, salita, cocina, baño, aseo, televisión, mesa y sillas en el porche, aire acondicionado, una delicia.
Este fin de semana coincidimos con una concentración de Citröen 2CV , creo que mas de cincuenta, de todos los colores, muy cuidados y algunos impresionantes por su preparación. Una gente muy correcta con la que es una suerte poder compartir alojamiento.
El Camping está bien dispuesto, la gravilla del suelo íntegramente compuesta por pequeños cantos rodados, ni una arista, el tamaño de las parcelas es adecuado, tienen un buen sombraje y quizás los bungalows estaban demasiado próximos unos de otros.
Al estar los foreros en tiendas, furgonetas y bungalows se notaba una cierta dispersión, creo que en el futuro, porque estoy seguro que esta experiencia se repetirá, sería bueno contratar una franja de parcelas, concretamente la que ocupaba Rafa, para hacer una especie de “centro de reunión” para talleres, charlas, proyecciones, etc. El restaurante también tiene mucha capacidad y con antelación ofrecen comidas especiales, como la que disfrutaron los del grupo 2CV el sábado por la noche.
En la piscina se hizo de noche, se instalaron timones, se probaron barcos, se comprobó la dureza de un kayak tradicional y también algunas despedidas. Yo cené con los pescatas en el restaurante, y por la noche alucinamos con una proyección de fotografías realizadas esa mañana por Alberto “wakabout”, una serie impresionante con algunas dignas de catálogo, la fuerza del viento quedó plasmada para contento de los escépticos del otro lado de la charca.
Mis compañeros pescatas me hicieron un hueco en su bungalow y caí como un bendito, o un maldito, en agradecimiento inconsciente les privé de mis típicos conciertos nocturnos y muy tempranito y ya con el cuerpo en condiciones, duchado, cafeado y con los bocatas preparados nos marchamos a la playa.
Salimos desde Los Escullos, amaneció sin viento y cielo encapotado con previsión de aumento de Levante para medio día. Para evitar complicaciones logísticas decidimos salir hacia arriba para La Isleta del Moro y punta de La Polacra y vuelta. El temporal dejó un mar de fondo tratable, simplemente había que estar atento a los bajos en los que de repente se formaban volcanes de espuma. El qajaq embarcó mucha agua por la parte trasera de la bañera a causa del mal ajuste del cubre de nylon que actualmente utilizo, para el invierno habrá que idear un sustituto (para el cubre, eh¡).
El grupo no era demasiado numeroso, Robert con su canoa outrigger y yo poníamos la nota de color, costeamos pasando por La Isleta , avanzamos dirección a La Polacra y allí nos esperaban unas olas que no se sabe de dónde salían pero que impresionaban, costó hasta dar la vuelta y emprender algunas surfeadas buenas, aunque había que coger mucha velocidad para pillar las mejores.
Fue una bonita mañana de paleo, la gente comenzaba a marcharse y yo hice lo propio después de una comida estupenda con mis corsarios favoritos que si que se quedaron hasta el lunes.
Por cierto, el lunes por la mañana nació Clara, hija de nuestro compañero Emi que sufrió la espera como un santo, pegadito al teléfono y que tuvo que salir el domingo a escape: FELICIDADES. Y muchas gracias a todos los que acudisteis, especialmente a los de Canarias, Asturias y comunidades lejanas, a Pepín y Mariajo por su interés y predisposición y espero que el año que viene nos veamos en el mismo sitio.