Bueno, pues el domingo fue mi día para probar el Rocker.

De entrada volví a sentirme en mi anterior barco,

“Mi preciosa Sedna blanca”

. A las primeras de cambio cogí postura de piernas y trasero. !Comodo de coj...s.!

Como tengo el culo gordo, no necesito prácticamente calces. Bailo un poco, lo justo. Bien es cierto que quedó pendiente el intentar el esquimo y tal vez ahí hubiese agradecido ir un poco más sujeto.
Durante toda la salida no les eché en falta. La conexión al movimiento del kayak con los muslos es perfecta.
Siempre que coges un kayak distinto al que tienes tomada las sensaciones lo haces como temeroso, con precaución. En éste no.
De principio a fin la sensación de estabilidad no hizo más que aumentar. Esta es quizá la sensación que me obsesionó a lo largo de toda la prueba. ¿Cómo era posible que en medio de una mar confusa, en un kayak no conocido, con olas de rebote viniendo de distintas direcciones no sintiese ni siquiera tentación de alargar la pala para apoyarme en las olas? En algunas ocasiones me hizo sentir hasta perplejo preguntándome dónde estaba el límite. ¿Qué tenía que pasar para que el barco amenazase con tirarme?

Con poca mar responde perfectamente a las insinuaciones de las caderas. Un leve canteo tiene respuesta inmediata.
Cuando ya se menea un poco más, para alguien como yo, con una técnica de paleo bastante pobre, agradece mucho el uso de un poco de orza en casi cualquier situación que no sea juguetear entre rocas.
Coincido con Guillermo en que, tal vez se hubiese podido reducir ligeramente la manga, manteniendo a pesar de ello suficiente estabilidad.
Es muy sensible a la orza. Sin necesidad de bajarla toda, se pone a trazar con tiralíneas.
Con mar de amura evita planear la ola tras pasarla e ir haciendo zig-zags. Con mar de aleta te anima a explotar otra de sus virtudes, el gusto por el surfeo, ayudando a evitar cruzarse a la ola y poder aprovechar su empuje.
Debido al acusado arrufo y al fondo plano, la velocidad se resiente, pero no una barbaridad. Sigue siendo más importante el indio que la flecha.
Calidad de fabricación de todos conocida.
Muy ajustada de peso, pese a estar, según me contaron, especialmente reforzada para soportar un encuentro con alguna roca traicionera.
Es un estupendo kayak, desde mi humilde opinión, para dos tipos de personas:
• El novato que quiere sensación de seguridad desde el principio que le permita disfrutar en cualquier circunstancia, sin llevar el culo apretado.
• El palista avanzado con destreza y corazón para meterse en fregados muy importantes.
Dos inconvenientes:
• Puede resultar hasta aburrido si no hay mar.
Es un barco para meterse en jaleos y disfrutar como un enano. • Con su nobleza de comportamiento puede “tapar” los fallos del palista novato a tal punto que no le permita ni darse cuenta de que los comete, lo cual puede hacer que acumule “vicios” sin enterarse, ya que el barco hace por él el trabajo.
Desde luego, agradecer a Javier la posibilidad de probarlo y felicitarle por la nueva “criatura”.
Un saludo a todos.