Ayer fue otro día más de estrenos (y van... ni se sabe). Me dejé el carro y llegué tarde, así que todos estaban ya en el agua y me tocó portear el kayak hasta la orilla y, como ya es agosto, aparqué lejos. Lo más que había llevado el kayak yo solo hasta ahora habían sido 20 metros ó 30. Pues como 200. Y luego vuelve a por el equipo...
Luego Loles me dejó su Skua -no estaba para palear y eso que tenía el kayak en la orilla- y mi idea era quedarme a probarlo en la playa protegida de Puebla de Farnals, esa donde no hay nunca ni olas. Pues para romper la tradición, las olas entraban en el puerto. En 3 olas orilleras, el kayak lleno de agua antes de ponerme el cubre. Leches, pero si esta playa era una balsa!!! Aquello es ingobernable con tanta agua (hasta los huevos, más o menos). Salgo a orilla y vacío. Vuelvo a entrar y ya es otra cosa. Los 4 kayaks amigos que había, salen por la bocana. Bueno, pues allá voy.
Unas olacas interesantes hacían aparecer y desaparecer completamente a mis compis. Encaro la bocana hacia una muerte segura, con un kayak de notable menor manga que el mío, con más de un mes sin salir, con casi una semana comiendo poco por una gastroenteritis... pero allá voy, que tengo mono. Cuando empiezo a empinar el kayak por las enormes olas, aparece un tarao en moto de agua que me pasa bastante cerca (yo voy por la derecha a la salida de la bocana y me pasa más a la derecha, entre las rocas y yo). Vamos, que se me suma el kayak juguetón, la ola enorme, el pocachicha de haber estado malito y la ola de un tipo que salta con la moto de agua al lado mío. No me dio tiempo ni a cagarme en sus muelas. Aprovecho ahora, ya que estamos.
Las olas eran grandes pero de cara se pillan bien. Alguna rompía pero, aparte del salpicón, iba alcanzando al grupo. Qué bien tira la Skúa!! Las olas se levantaban mucho y ellas a mí. Al caer de nuevo, el kayak pega un panchazo tremendo (¿será esto lo del pantocazo?). Siempre hay ola en la bocana, pero ayer había bastante más grande de lo normal y luego las otras. Pasamos el inicio de rompiente y la cosa no mejora demasiado. En vista de que no era un día para mucha cosa y que surfear hacia bañistas de la orilla no era gran idea, decidimos volver. Con las olas de culo e inclinadas a nuestro rumbo, las voy pasando canutillas. Encima con el sol bajito de cara. Alguna surfeada, pero me gira el kayak y me desequilibra. Afortunadamente no rompe y la salvo. Una, dos, tres, pues a la de nosecuantas veces que la salvo por los pelos, al final me tira. Sigo sin esquimotear, así que tiro de cubre y para fuera. La pala va atada y yo cogido a ella, los compis me han visto, en vez de 4 ya somos 5 kayaks y yo. No hay problema. O no tanto. Recuento de enseres, creo que he perdido mi botella de agua, pero he rescatado la bomba de achique de Loles. Menos mal. Espero que no hubiera muchas más cosas por ahí dentro. Pido que echen un ojo por si ven flotar mi botella del Decathlon, pero nadie ve nada. Al final estaba enganchada detrás del asiento

Ahora va cuando la matan. Giro rápidamente el kayak y se pone bien, con la bañera hacia arriba. Me mantengo unido al kayak por el cordón umbilical del leash de pala. Me ayuda Diego a vaciar el kayak, pero la ola es grande y estamos colocados al revés, con lo que la ola le tiraría también a él. Viene Rafa, uno nuevo para mí, pero con buen nivel. Primero me pregunta si vuelvo así dentro del agua o si me ayuda al reembarque. Opción B, sin duda. A nado es de nenazas y siempre es más instructivo intentarlo ¿no? Lo había hecho una vez haciendo pie, sin olas y en mi kayak (bañera talla yakuzzi para 4). Es lo que tiene que había estado lesionado, que había muchas cosas que no podía hacer por físico y no las había practicado. Pues ahora venía la prueba de la verdad: olas grandes, sol de cara, kayak de poca manga (muchísima menos que el mío), bañera Lilliput y físico menguado por la grastroenteritis de los últimos días. Rafa junta su kayak al mío y me dice que suba "a caballo". La leche, a mí no me han explicado nada que se llame así. Bueno, yo intenté uno una vez que era subirme muy encima, entras los pies boca abajo en la bañera y luego darme la vuelta. Sea lo que sea "a caballo" yo haré "el mío", el único que he practicado 1 vez. Allá voy. Patada fuerte de pies, impulso en mi kayak y salgo muchísimo del agua. Casi me paso mi kayak y aterrizo con las manos en el suyo. Genial. Sin corregir postura meto los pies y me giro... estoy dentro!. Caray, mejor que cuando lo hice con el mío haciendo pie y sin olas. Flipando estoy. Me he pisado el cubre con el culo y con el meneíto no quiero volver a volcar. Las olas siguen viniendo y Rafa me apura que me ponga ya el cubre o me llenaré de agua. Estamos en el punto de más olas -al menos eso me parece a mí-. Me preguntan si voy bien, si voy solo y digo que sí... y llego a puerto. Caray, prueba superada, pero las he pasado un poco canutillas. Lo de no salir solo lo tengo que interiorizar mucho, que esto no es un juego.
Llegamos a puerto y endulzando me doy cuenta de que ya soy parte de ese club de grandes palistas que dejan un recuerdo en el mar. He perdido las Oakley buenas. Además me pasa por burro. Llevo en el maletero unas chunguillas, en la guantera del coche otras muy rayadas con sujeción de neopreno que son las que suelo usar y me olvido de quitarme las buenas y las saco con olas y sin sujeción. En fin, supongo que tenía muchas ganas de salir y me olvidé de algunas cosillas básicas, pero bueno, supongo que tarde o temprano tenía que devolver algo a este mar que tanto me da.

A la vuelta, ya de noche y tras las birras de rigor, vuelvo a poner una linterna en el tambucho trasero y a casa, que es tarde. Un gran día.