¿De verdad creíais que os escaparíais del ladrillo? Ahí va:
Los primeros llegaron el miércoles por la tarde y se instalaron en el campo de futbol: los mallorquines, Pedro, los de Alicante con su super caravana, después los almerienses, Paco Skua, etc… Cayó un relente mientras charlábamos al son de las hierbas mallorquinas, y también acudió Angel, el touryak.
La mañana del jueves estaba reservada para la “recepción”, y un grupo bastante numeroso capitaneado por Paco marcharon a pescar al Portús, con mucho éxito en capturas de llampugas, que gracias a la maestría de Rafael, experto cocinero, pudimos degustar al estilo japonés, en crudo y aliñadas, una exquisitez. El resto se reservó para acompañar el caldero del día siguiente.
Durante toda la Concentración el tiempo se comportó similarmente, por la mañana refrescaba un viento Norte que hacia las once rolaba y bajaba a Noreste, calmándose progresivamente hasta las encalmadas vespertinas, una delicia. Fueron llegando los participantes, instalándose y conociéndose. Anto y yo compramos algún material suelto y fabricamos los soportes para la fabricación de las palas esquimales.
Se nos hizo la hora de comer, comenzando oficialmente la Concentración, y Coti nos había preparado un lomo al horno con salsa, acompañado de puré de patata y zanahoria, ensalada, vino y fruta. Un diez para las cocineras, nadie se quejó de la calidad, mas al contrario gustó a todos. Unos cafés y con cierta pereza nos dispusimos unos a palear y otros a desbastar tablones.
Anto Cordero, viéndome con ganas de palear y un poco estresado, asumió el control del taller de construcción de palas esquimales, y durante todas las tardes y alguna mañana estuvo al frente de al menos seis participantes, los cuales y bajo su tutela aprendieron la técnica y se llevaron su pala terminada, otros casi. Tuvieron la suerte de que Anto se encargara de este tema, su carácter tranquilo, reflexivo y metódico constituyó la base del éxito de este taller, gracias a él no tuve que enfrentarme a ese toro que aparte de miedo, no se torear.
A las cuatro de la tarde embarcamos, llegamos al canal de la isla del Ciervo con la intención de rodear el Sujeto y la Redonda, pero como el mar estaba plácido y la gente dispuesta, nos metimos en la isla del Barón, en cuya orilla descansamos. Apenas unos minutos allí y el guarda nos invitó amablemente a desaparecer, seguramente por la presión mediática reciente que reveló la presencia de un grupo de muflones en esta isla privada, presumiblemente para cazarlos.
La vuelta al compás del declinar del sol nos regaló instantes maravillosos, de placidez total y temperatura agradable. Unas enormes medusas blancas y moradas aparecían de cuando en cuando, muy visibles tras la caída del sol. Anochecía mientras nos acercábamos al centro deportivo, el mar como una balsa de aceite, el viento en calma, entre amigos, chapoteando lo mínimo y felices.
El grupo de las palas dedicó esa tarde a las medidas principales y el rebaje del tablón con sierra, ya se adivinaban las futuras palas.
Cada cual se organizó la cena a su gusto, en el campamento, camping, centro o caravana. Particularmente estas noches, debido a mi compromiso social, tuve el placer de compartir cena, varias veces cada noche, con los distintos grupos, responsabilidades ineludibles de un organizador.
El viernes comenzó el desayuno a las 08.30 y a las diez partimos desde la misma playa del centro, el cual no está en primera línea de playa, está en la misma playa. Pusimos proa al canal de Marchamalo que une el Mar Menor con el Mediterráneo. Este canal es muy poco profundo y a veces nauseabundo, pero bonito. La salida a mar abierto se efectúa a través de una abertura lateral del muro de contención del oleaje, por lo que la ola que rompe te sorprende de costado, es algo técnico pero no muy complicado. Lo peor puede ser la entrada si el mar está realmente fuerte.
Allí nos agrupamos, casi todos en manga corta, y cubrimos alegremente el tramo hasta el faro de Cabo de Palos, dejando a nuestra derecha la costa de La Manga y disfrutando de un día espectacular. Fuimos bordeando las rocas del cabo, cruzamos frente al pequeño puerto y seguimos punteando todas las calas hasta llegar a la resguardada Cala Reona, que sería el punto de salida. El nivel general era alto, la gente dispuesta, por lo que nos decidimos a palear otro rato hasta doblar una punta y llegar, ya dentro del parque de Calblanque, a cala Dorada, cuya ola orillera hizo volcar a alguno, sin riesgo alguno debido al poco y arenoso fondo. Una patera precintada nos hizo compañía mientras algunos nos bañábamos, otros maniobraban y los más miraban relajados.
Al poco partimos de vuelta a Cala Reona y subimos los barcos a los remolques, un grupo de coches previamente dispuestos nos llevaron de vuelta al centro, una distancia corta ya que el recorrido fue circular, y el inicio y fin de la travesía estaban separados por apenas dos kilómetros por tierra.
Este día pudimos disfrutar de un estupendo Caldero del Mar Menor, realmente deliciosos y acompañado por nuestras llampugas guisadas con pimentón. Por la tarde se prosiguió con el taller de palas mientras otros se embarcaban, practicaban, charlaban y se relacionaban. No hubo realmente una organización de las tardes, surgían grupos espontáneos de gente interesada en el esquimotaje, técnica , paleo con pala tradicional, o simplemente intercambio de anécdotas, experiencias, etc. Otro grupo importante buscó la ola de salida de Marchamalo, remojones y vuelcos a go-go.
El sábado fue un poco más complicado el asunto de la logística, ya que tuvimos que usar el remolque tanto para salir como llegar al centro. Al mismo tiempo un grupo muy numeroso partió al concurso de pesca en el Portús, lo que facilitó el transporte del resto y todos contentos. La travesía de Cala Reona a Porman discurre por el parque natural de Calblanque y monte de las Cenizas, lugares abruptos, naturales y sin edificar. El mar nos ayudó bastante con alguna surfeada, calmándose a medida que doblábamos puntas. Hicimos una parada técnica en la playa del Palo, larga y de fina arena, algunos se bañaron y la mayoría repuso fuerzas en la orilla.
El grupo de pescadores y el de travesía llegaron al centro a la misma hora, se retrasó un poco la comida, que a mi gusto estuvo floja, con una numerosa asistencia. Al término se entregaron los trofeos de pesca, un lujo de regalos, gracias a las gestiones de Paco Skua y el patrocinio de TODO PESCA II, el Paco sueña con el sonido del carrete de la caña de pescar que ganó Paco Rufete.
Las palas avanzaban, y llegó Dioni, de Alicante, con ganas de hacerse una. Hay que reconocer que hay gente especial para algunas cosas. Comenzó un poco acelerado y con decisión, marcando ayudado por su hijo, usando algunos trucos que aprendí, usaba la escuadra con estilo y experiencia, se notaba. Al cabo de la tarde la tenía más avanzada que aquellos que le llevaban dos tardes de ventaja, y el domingo se quedó hasta el final, creo que fue la única realmente acabada.
Al hilo de su hijo, estuvo muy bien que muchos de nosotros lleváramos a la familia, muchos niños y niñas jugueteando y cantando en la playa, yo paseé a mi hija en la canoa de Fun-Run y una “nueva” individual para ella, con su pala esquimal. Pasé una tarde estupenda en la orilla, poco fondo, agua agradable, y la sonrisa de Manuela clavada en su cara y en mi pecho.
Las chicas de Gerona se atrevieron con el esquimotaje y lo consiguieron, Paco Skua también, otros en busca de la ola del Mediterráneo, y pasó la tarde dulcemente, sin viento y de risas. Marché a la compra de la barbacoa, la cual se desarrolló tranquilamente, hubo para todos y después licores, guitarra, canciones y más risas.
El domingo y después del desayuno se abrió el turno de las despedidas, me alegraron mucho las buenas palabras y los elogios recibidos, se agradecen después de un trabajo algo pesado pero hecho con gusto, tanto que repetiremos.
Salimos al Mediterráneo y pasamos un rato estupendo surfeando, revolcones incluidos, pero al lado de Borrasca y Touryak como ejemplos, los minutos me supieron a gloria. A la vuelta por el Mar Menor me entró la tristeza, quién sabe cuando podré disfrutar de n nuevo navegando en kayak al lado de mis amigos de lejos.
Apuramos la comida del Centro, los últimos de Filipinas, y con todo recogido llegaron los últimos abrazos, se acababa y una sensación de alegría y tristeza, difícilmente explicable, me acompañó en la vuelta a casa. Es imposible después de lo vivido renunciar a organizar algo igual o mejor para el año próximo.
Quiero agradecer a todos los participantes su asistencia, creo que el ambiente vivido, gracias a todos, ha sido lo mejor de estos días. Por supuesto al personal del Centro y a mis increíbles amigos que me han ayudado con la organización y desarrollo de la concentración. Muchas gracias a todos.